domingo, 20 de mayo de 2012

Domingo después de la Ascención.

Domingo después de la Ascención
(II clase, blanco)
Gloria, Credo, Prefacio de la Ascensión, comunicantes ordinarios.

El día de la Ascensión nos llenábamos de alegría por el triunfo de Cristo, que es también el nuestro; pero hoy su ausencia arroja sobre nosotros un velo de melancolía. Él ha subido a los Cielos, y, aunque es verdad que prometió no dejarnos huérfanos, el Espíritu Cons olador no ha venido todavía. Llena de nostalgia, la Iglesia "eleva su voz hacia Él y busca su rostro" (Introito). Antiguamente le buscaba hasta de una manera sencilla, reuniéndose como lugar de estación en la iglesia de Santa María "ad Mártyres", en el viejo Panteón de Agripa, donde se guardaba el lienzo de la Verónica. Es una Misa llena de calor, de añoranza y de esperanza. San Pedro nos habla del poder de la caridad (Epñistola), que realiza la unidad de los que creen en Cristo. El Evangelio nos prepara a recibir el Espíritu Santo, que es el que ha de infundir en nosotros el temple viril de los mártires. La Iglesia ama y padece. En el amor se verá si vive en nosotros el Espíritu de Dios; pero el amor se prueba en las contradicciones y en los sufrimientos. En la prueba recordemos las palabras de Cristo: "Padre: cuando estaba con ellos, Yo los guardaba; pero Yo vuelvo a Ti. No te ruego que los saques del mundo, sino que los libres del mal".


TEXTOS DE LA SANTA MISA
Introito. Sal. 26, 7, 8 Y 9. – Escúchame, Señor, que te llamo, aleluya, en mi corazón yo te dije: busco tu rostro, tu rostro busca­ré, Señor; no me escondas tu rostro, aleluya, aleluya.  Salmo. Sal. 26, 1. - El Señor es mi luz y mi salvación. ¿a quién temeré?  V/. Gloria al Padre.

Oración. - Dios todopoderoso y eterno te pedimos entregarnos a Ti con fidelidad y servirte con sincero corazón.

Epístola. Pedro 4, 7-11.- Queridos hermanos: Sed moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin refunfuñar. Que cada uno con el don que ha recibido, se ponga al ser­vicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable Palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por me­dio de Jesucristo, Señor Nuestro. 

Aleluya, aleluya. Sal. 46, 9: Jn. 14, 18. El Señor es Rey de todas las naciones. Dios se sienta sobre su trono sagrado. Aleluya. No os dejo huérfanos: me voy, pero volveré y os llenaréis de gozo. Aleluya.

Evangelio. Juan. 15. 26-27: 16, 1-4. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí: y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he hablado de esto, para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han conocido ni al Padre ni a mí. Os he hablado de esto para que cuando llegue a hora, os acordéis de que yo os lo había dicho.

Ofertorio. Sal. 46, 6. - Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas, aleluya.

Secreta. - Este sacrificio santo nos purifique, Señor, y derrame en nuestras almas la fuerza divina de tu gracia.

Prefacio de la Ascensión.- Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor: Que después de su resurrección se apareció visiblemente a todos sus discípulos y, ante sus ojos, fue elevado al cielo para hacernos compartir su divinidad. Por eso con los Ángeles y Arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

Comunión. Jn.17, 12, 13 y 15. - Padre, mientras estaba con ellos, yo guardaba a los que Tú me diste, aleluya, pero ahora que voy a Ti, no pido que los saques del mundo, sino que los guardes de todo mal, aleluya, aleluya.

Poscomunión. – Alimentados, Señor, con tus sacramentos, danos vivir en continua acción de gracias.

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