viernes, 30 de agosto de 2013

Santa Rosa de Lima.

Virgen
n. 1586 en Lima, Perú;
† 24 de agosto de 1617 en Lima, Perú
Patrona Principal de Iberoamérica; Lima, Perú; Filipinas; bordadores; floristas; jardineros; personas ridiculizadas por su piedad. Protectora contra la vanidad.
SANTA ROSA DE LIMA, Virgen
Una virgen se ocupa de las cosas del Señor,
a fin de ser santa de cuerpo y alma.
(1 Corintios 7, 34)
Santa Rosa, así llamada porque, estando en su cuna, un día apareció radiante como una rosa, fue la primera flor de santidad que la América del Sur dio a la Iglesia en el Perú. Desde sus primeros años, demostró un amor extraordinario por la mortificación. “Señor –decía cuando sufría–aumentad mis sufrimientos, siempre que al mismo tiempo aumentéis vuestro amor en mis corazón”. Tuvo la dicha un día de oír al Salvador que le dirigió estas palabras: “Rosa de mi Corazón, sé mi esposa”. Fue a reunirse con su celestial Esposo el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de edad.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SANTA ROSA
I. Rosa, viendo que se buscaba inducirla al estado matrimonial, apresurose a ingresar entre las religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo. Para llegar a ser esposa de Jesucristo, hay que olvidar su pueblo y la casa de su padre. Si no puedes tú, siguiendo el ejemplo de Santa Rosa, separarte de tus padres y amigos, trata al menos de encontrar todos los días un momento libre para dedicarte, en la soledad, a la meditación y a la oración. Ama a tus padres por Dios, y los servicios que les hagas, figúrate que los haces al mismo Jesús. Así pensarás en Él sin cesar.
II. San Agustín, hablando de Cristo y de la Iglesia, su Esposa inmortal, dice que son dos en una sola y misma pasión. Así debe ser en cuanto a la unión del alma con Jesucristo. Para agradar al Esposo, es menester hacerse semejante a Él; por eso Santa Rosa practica las penitencias más rigurosas, y lleva en la cabeza un aro de hierro con agudas puntas en su parte interior, semejante a la corona de espinas. Para gozar de los castos abrazos del Esposo, se debe despreciar la propia carne (San Jerónimo).
III. Sacrificar la carne y sus concupiscencias es poco todavía. Hay que sacrificar a Dios la voluntad propia. Mira a Santa Rosa. Ya la pruebe la enfermedad, ya Dios le retire sus consolaciones, a todo se resigna. Lo único que pide a su Esposo, es que aumente su amor en proporción a los sufrimientos que padece. ¡En cambio nosotros nos impacientamos ante la menor contrariedad, nos abatimos ante la menor prueba! Avergoncémonos de nuestra cobardía y adoptemos la resolución de sufrir, por lo menos con paciencia, los males que no podemos evitar. Estáis prometidos a Cristo, le habéis consagrado vuestra voluntad (Tertuliano).
El desprecio de los placeres.
Orad por las vírgenes consagradas a Dios.
ORACIÓN
Oh Dios poderoso, dispensador de todos los bienes, que habéis provisto a la bienaventurada Rosa con el rocío de la gracia celestial, y que la habéis hecho brillar en América con el fulgor de la virginidad y de la paciencia, concedednos la gracia a nosotros servidores vuestros, de correr tras el olor de sus perfumes, y merecer así llegar a ser un día el buen olor de vuestro Hijo, que, con Vos y el Espíritu Santo, vive y reina por los siglos de los siglos.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

jueves, 29 de agosto de 2013

La degollación de San Juan Bautista.

LA DEGOLLACIÓN DE SAN JUAN BAUTISTA
Herodes, enviando un alabardero,
ordenó traer la cabeza de Juan en una bandeja.
(Marcos 6, 27)
San Juan Bautista había dejado el desierto para amonestar a Herodes que no le era lícito tener como esposa a Herodías, la mujer de su hermano. Irritado el tirano de su audacia, lo hizo arrojar en una prisión. Un día, mientras daba un festín, la hija de Herodías danzó en presencia de los convidados con tanta gracia, que Herodes le prometió concederle todo lo que le pidiese. Pidió ella la cabeza de Juan Bautista. Un soldado, enviado a la prisión, cortó la cabeza al Precursor y la trajo en una bandeja, como si fuese el último plato de este fúnebre festín.
MEDITACIÓN SOBRE SAN JUAN,
MÁRTIR DE LA CASTIDAD,
DE LA CARIDAD Y DE LA VERDAD
I. San Juan vivió y murió de la castidad. Para conservar esta virtud angelical, dejó, a edad tierna, la casa de su padre, y se retiró al desierto, donde sujetó su cuerpo mediante continuas austeridades. Si comprendieses tú la belleza de esta virtud, la amarías e imitarías a San Juan. Pero, para conservar la castidad hay que huir del mundo, amar la soledad, practicar la mortificación. Si no puedes morir mártir de la castidad como San Juan, vive como él en inviolable castidad. Algo más grande es vivir en la castidad que morir por ella (Tertuliano).
II. San Juan fue también mártir de la caridad. El celo que tenía por la salvación de las almas le hizo dejar la soledad, puesta la mira en convertir a Herodes. ¡Cuán feliz serías tú si pudieses, como el santo precursor, derramar tu sangre por la salvación del prójimo! Si no puedes imitarle, reza al menos por los pecadores, exhórtalos a penitencia, haz abundantes limosnas para obtener su conversión.
III. San Juan fue también mártir de la verdad: reprochó intrépidamente a Herodes sus escandalosos desórdenes, y prefirió morir antes que traicionar la verdad. Aunque tuvieses que perder la vida nunca debes disfrazar tus sentimientos, ni tolerar el vicio por cobarde complacencia cuando tu deber sea corregirlo. Los hombres aman la verdad cuando ella los halaga, pero sienten aversión por ella cuando les reprende sus defectos (San Agustín).
La castidad
Orad por las vírgenes.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor, que la piadosa solemnidad del bienaventurado Juan Bautista, vuestro precursor y mártir, nos obtenga gracias eficaces de salvación. Vos que, siendo Dios, vivís y reináis en unidad con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

miércoles, 28 de agosto de 2013

San Agustín.

Obispo, Confesor
y Doctor de la Iglesia
n. 13 de noviembre de 354 en Tagaste, Numidia (Argelia);
† 28 de agosto de 430 en Hipona
SAN AGUSTÍN, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
Por la gracia de Dios soy lo que soy,
y su gracia no ha sido estéril en mí.
(1 Corintios 15, 10)
San Agustín, hijo de un pagano de Numidia, que se convirtió al final de su vida, enseñó primero brillantemente retórica en Cartago, Roma y Milán, donde la lectura de un pasaje de San Pablo lo convirtió y donde San Ambrosio lo bautizó. De vuelta a África, después de haber perdido a Santa Mónica, su madre, en Ostia, retirose a la soledad, y después fue ordenado sacerdote y llegó a ser obispo de Hipona. Entró en correspondencia con San Jerónimo y fue el azote de los herejes. Toda su vida lloró su juventud hasta humillarse por ella en el libro de las Confesiones. Su poderoso genio y su maravillosa ciencia brillan sobre todo en su célebre obra la Ciudad de Dios. Murió en su ciudad episcopal cercada por los vándalos, en el año 430, a la edad de 75 años.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SAN AGUSTÍN
I. Este gran santo resistió hasta la edad de 32 años las inspiraciones de la divina gracia. ¿Acaso yo mismo no he resistido a la gracia? ¿Cómo pasé yo mi juventud? ¿He comenzado por fin a amar a Dios con amor profundo y sincero? ¡Cuántas veces he endurecido mi alma y he menospreciado el llamado del Señor! Comencemos a darnos a Dios. Ah Señor, tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé (San Agustín).
II. San Agustín, primero pecador y hereje, llegó a ser después un gran santo; renunció a sus errores y fue durante todo el resto de su vida, el hijo dócil de aquélla gracia que había perseguido. ¿A qué se debe que no imite yo a San Agustín en su penitencia, ya que lo imité en sus desórdenes? ¿Qué he de esperar de los afanes que me tomo por lucir en el mundo? Habré de morir y abandonar esos honores y esas riquezas; y ¿en qué pararé si no estoy en estado de gracia cuando Dios me llame para dar cuenta de mi vida? ¿A qué fin tienden todos nuestros trabajos? ¿Qué buscamos? (San Agustín).
III. San Agustín fue el doctor de la gracia; la defendió contra los herejes, explicó su naturaleza y descubrió sus maravillosos efectos. Enseña tú a los demás por qué medios podrán recuperar la gracia de Dios: trabaja en la conversión de los pecadores. Sé tú, a tu vez, discípulo de la gracia, si no puedes ser su doctor; estudia los movimientos que imprime a tu corazón, escucha lo que ella te inspira, obedécela fielmente. Si no haces a la gracia inútil en ti, producirá frutos abundantes (Orígenes).
El deseo de la conversión.
Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Dios omnipotente, escuchad benigno nuestras súplicas y puesto que os servís permitirnos esperar en vuestra bondad, dignaos, por la intercesión del bienaventurado Agustín, vuestro confesor pontífice, derramar sobre nosotros la abundancia de vuestra inagotable misericordia. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

martes, 27 de agosto de 2013

San José de Calasanz.

Confesor
n. 11 de septiembre de 1556 en Peralta (Aragón), España;
† 25 de agosto de 1648 en Roma, Italia
Patrono de universidades; escuelas; escuelas rurales; alumnos de escuelas; estudiantes.
SAN JOSÉ DE CALASANZ, Confesor
El Espíritu del Señor reposó sobre mí;
por lo cual me ha consagrado con su unción
y me ha enviado a evangelizar a los pobres.
(Lucas 4, 18)
Este santo consagró su vida a la educación cristiana de la niñez. En su juventud, reunía ya a su alrededor a los niños para enseñarles las oraciones y los misterios de la religión. Ordenado sacerdote, se dedicó primero a la predicación en España, su patria; pero, sintiéndose llamado a vida más perfecta aun, se trasladó a Roma, donde la vista de un tropel de niños entregados a los vicios a los que arrastra la falta de educación, le inspiró el pensamiento de fundar escuelas pías. Asoció a su intento a varios eclesiásticos animados de los mismos sentimientos, y su congregación fue erigida por Gregorio XV en orden religiosa, bajo el nombre de Clérigos regulares de la Madre de Dios de las escuelas pías.
MEDITACIÓN
SOBRE LA INSTRUCCIÓN
DE LOS POBRES
I. Hombres apostólicos, aprended de San José a instruir a los pobres. Esta función no es brillante a los ojos de los hombres, pero es grande ante los de Dios y digna de todo vuestro celo. Es fecunda en méritos y en consuelos para vosotros, y en frutos de salvación para esas pobres almas, ¡ay! muy a menudo abandonadas. No se os ama, Señor, porque no se os conoce; si el mundo os conociese, os amaría (San Agustín).
II. Padres de familia, velad por la instrucción de vuestros servidores. Enviadlos a la Iglesia para que aprendan en ella el camino del cielo; instruidlos vosotros mismos sobre los deberes que la religión les impone. Una palabra de vuestra boca hará mucha impresión en su corazón; no toleréis sus vicios y demostrad bondad especial a los que son más virtuosos. ¡Qué gloria para vosotros, si ganáis para Dios el alma de vuestro servidor! No repeláis a vuestros servidores, poseen la misma naturaleza que vosotros (San Ignacio).
III. Si tu posición no te permite trabajar en la instrucción y edificación de tu prójimo, por lo menos ora a Dios por la conversión de los pecadores. Tus oraciones atraerán acaso más almas a Dios que los trabajos de los hombres apostólicos. Mientras ellos riegan la tierra con su sudor y su sangre, tú obtendrás del Cielo la gracia, ese rocío celestial que la debe hacer fértil. ¿Qué haces tú por la conversión de los pecadores? Por lo menos humíllate: y si nada puedes hacer por la salvación de los demás, trabaja seriamente por salvar tu alma.
El buen ejemplo.
Orad por la educación cristiana de los niños.
ORACIÓN
Oh Dios, que por San José de Calasanz, vuestro confesor, habéis dado a la Iglesia un nuevo auxilio para formar a la infancia en el espíritu de inteligencia y de piedad, concedednos, por sus ejemplos e intercesión, la gracia de practicar y enseñar vuestra doctrina, de modo que merezcamos las recompensas eternas. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

sábado, 24 de agosto de 2013

S. Bartholomaei Apostoli.

Apóstol y Mártir
Patrono de zapateros y fabricantes de zapatos; encuadernadores; carniceros; yeseros. Protector contra las enfermedades nerviosas y neurológicas.
SAN BARTOLOMÉ, Apóstol
Somos embajadores en nombre de Cristo
y es Dios mismo quien os exhorta por boca nuestra.
(2 Corintios 50, 20)
San Bartolomé, Apóstol, llevó el Evangelio a las regiones más bárbaras de Oriente. Penetró hasta las extremidades de las Indias. Después de haber obrado allí numerosas conversiones y sufrido mucho por la causa de Jesucristo, volvió a la gran Armenia. Convirtió allá al rey Polemón, con doce ciudades de su reino. Los sacerdotes de los ídolos excitaron contra él a Astiages, hermano del rey, que lo hizo desollar vivo, después de lo cual fue decapitado. Refiérese que cien veces al día arrodillábase para orar a Dios.
MEDITACIÓNSOBRE SAN BARTOLOMÉ
I. Para ser un verdadero apóstol, es decir, un embajador de Cristo, hay que serle fiel, tomar a pecho los intereses de Dios a costa de los propios. Es lo que hace San Bartolomé; deja él todo para seguir a Jesucristo, para predicar su Evangelio; sacrifica sus placeres, sus intereses; hasta da su vida para ganarle almas y extender su reino. ¿Qué haces tú por la gloria de Jesucristo y por la salvación de las almas? Esto es sin embargo lo más agradable a Dios que puedes hacer.
II. Un embajador debe estar perfectamente instruido acerca de lo que quiere su príncipe, a fin de hacer su voluntad en todo. San Bartolomé ora a Dios cien veces al día, para saber cuál es la voluntad de Jesucristo, para implorar sus luces y su auxilio. Trabajes lo que trabajes, si tus acciones no están conformes con las miras de Dios, pierdes tu tiempo. ¿Cuántas veces rezas al día y cómo lo haces? Dios mío, ¡que se cumpla en mí vuestra santa voluntad!
III. Un embajador ha menester de prudencia para llevar a buen término los negocios de su señor; necesita valor para resistir a sus enemigos y dar su vida, si es preciso. San Bartolomé poseyó ambas cualidades. ¿Las tienes tú? Eres tan prudente en las cosas de este mundo, y un niño en las atinentes a tu salvación. Nada te resulta costoso cuando están en juego tus intereses, y el menor obstáculo te detiene cuando se trata de la gloria de Dios. ¡Ah! ¡cuán pocos verdaderos obreros apostólicos existen hoy! ¿Adónde se fue el espíritu de los apóstoles? ¿Dónde están la humildad, los trabajos, el celo de la primitiva Iglesia? (San Bernardo).
La paciencia.
Orad por la India.
ORACIÓN
Dios omnipotente y eterno, que nos inspiráis santa fe en la solemnidad del Apóstol San Bartolomé, os suplicamos que concedáis a vuestra Iglesia que ame lo que él ha creído y que predique lo que él ha enseñado. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

jueves, 22 de agosto de 2013

Inmaculado Corazón de María.

INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Después de consagrar en plena Guerra Mundial todo el género humano al Inmaculado Corazón de María, para ponerlo bajo la protección de la Madre del Salvador, decretó el Papa Pío XII, en 1944, que toda la Iglesia celebrase anualmente una fiesta en honor del Inmaculado Corazón de María, el 22 de agosto, día de la octava de la fiesta de la Asunción.
La devoción del Corazón de María es ya antigua. San Juan Eudes la propagó en el s. XVII, uniéndola a la del Sagrado Corazón de Jesús.
En el s. XIX, Pío VII, primero, y después Pío IX concedieron a muchas iglesias particulares una fiesta del Purísimo Corazón de María, señalada primeramente para el domingo después de la Asunción, y luego para el sábado que sigue a la fiesta del Sagrado Corazón. Al fijar el 22 de agosto la Fiesta del Inmaculado Corazón de María, y extenderla a toda la Iglesia, le asignó Pío XII como fin el obtener, por intercesión de la santísima Virgen, “la paz entre las naciones, la libertad de la Iglesia, la conversión de los pecadores, el amor a la pureza y la práctica de las virtudes”.
PLEGARIA DE CONFIANZA
AL DULCE CORAZÓN DE MARÍA
¡Oh Corazón de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores; yo, reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos a quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros:¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llegue a mi alma: ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones coaligadas para mi eterna perdición me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia: ¡Oh Corazón de María, sed la salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma y los ataques de mis enemigos:¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla. Y entonces, ahora y siempre: ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos, Oh Corazón amantísimo de mi Madre, a fin de que pueda veros y gozar de Dios en Vuestra compañía por toda la eternidad en el cielo. Amén.
ORACIÓN
Oh Dios omnipotente y eterno, que has preparado en el Corazón de la Bienaventurada Virgen María una morada digna del Espíritu Santo; concédenos en tu bondad que,
celebrando devotamente la fiesta de su Inmaculado Corazón, podamos vivir según el tuyo. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Misa Diario, por Dom Gaspar Lefebvre; Devocionario Católico.

martes, 20 de agosto de 2013

San Bernardo.

Abad y Doctor de la Iglesia
n. 1090 en Fontaines-les-Dijon (Borgoña), Francia;
† 20 de agosto de 1153 en Claraval
Patrono de las abejas y los apicultores; fabricantes de velas.
SAN BERNARDO, Abad y Doctor de la Iglesia
Cualquiera que hiciere la voluntad de mi Padre que está en los cielos,
ése es mi hermano y mi hermana, y mi madre.
(Mateo 24, 7)
San Bernardo, nacido en 1090 de noble familia en Fontaines-les-Dijon, entró en la abadía de Císter, acompañado de sus hermanos y otros veintiséis nobles. Más grande aun por sus virtudes que por su genio, rehusó los arzobispados de Reims, de Génova y de Milán, declarándose indigno de tal honor. Llegó a ser el árbitro de los obispos, de los reyes y de los papas. Predicó una cruzada con prodigioso éxito y fundó una multitud de monasterios. Al mismo tiempo fue un gran taumaturgo y el azote de las herejías. Escribió numerosas obras en las que brilla una doctrina totalmente celestial, que parece fruto de inspiración divina más que resultado del trabajo. Murió en 1153 y fue proclamado, por Pío VIII, Doctor de la Iglesia universal.
MEDITACIÓN
SOBRE SAN BERNARDO
I. San Bernardo puede ser llamado: hijo de María. Fue objeto de parte de esta bondadosa Madre de un afecto muy particular y, en agradecimiento, trabajó todo lo que pudo para propagar su culto. No tenía dicha mayor que la de hablar de la Santísima Virgen. Tú también debes ser hijo de María como San Bernardo. ¡Oh Virgen Santísima, tienes para conmigo la ternura y solicitud de una madre, y en mí no encuentras sino un hijo desnaturalizado! ¿Dónde está el desasimiento, dónde la humildad, dónde las virtudes que deben hacerme semejante a Ti?
II. San Bernardo es también el hermano de Jesucristo; como Él, ha predicado el desprecio del mundo, y lo hizo con tanto vigor, que al oírlo, la juventud dejaba los placeres del siglo para retirarse a los monasterios. Tenía siempre presente la Pasión de Jesucristo, y para imitarlo entregábase a la más rigurosa penitencia. ¿Eres tú el hermano de Jesucristo? ¿Te pareces a Él? ¿Haces tú, como Él, la voluntad de Dios, tu Padre?
III. Medita estas cuatro palabras que San Bernardo tenía siempre en los labios: 1) ¡Es terrible ver anonadarse a un Dios y a un gusano glorificarse! 2) Cuanto más busque el alma consuelo en las creaturas, tanto menos lo encuentra en Dios. 3) Bernardo, ¿para qué te hiciste religioso? ¿No es, acaso, para hacerte santo? 4) A cada instante debemos pensar en la muerte a la que cada instante nos acerca.
La devoción a la Santísima Virgen.
Orad por las órdenes religiosas.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis enseñado a vuestro pueblo los caminos de la salvación eterna por ministerio del bienaventurado Bernardo, dignaos hacer que, después de haberlo tenido en la tierra como doctor y guía, lo tengamos como intercesor en el cielo. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

lunes, 19 de agosto de 2013

San Luis.

Obispo y Confesor
n. 1274 en Nocera, Italia; † 1297
SAN LUIS, Obispo y Confesor
Que vuestra modestia sea conocida de todos los hombres,
pues el día del Señor está cerca.
(Filipenses 4, 5)
San Luis, hijo de Carlos II, rey de Nápoles, y sobrino nieto de San Luis, rey de Francia, fue dado como rehén a Pedro, rey de Aragón. Vuelto a la libertad, rechazó un magnífico casamiento y la corona de Nápoles, para permanecer fiel al voto que durante su cautividad había emitido de entrar en la Orden de San Francisco. “Jesucristo –dijo el santo– es mi reino: poseyéndolo, poseo todo; si lo perdiese, pierdo todo”. Elevado, no obstante su resistencia, a la sede episcopal de Tolosa, edificó a su pueblo con una caridad sin límites y una admirable modestia. Siempre iba acompañado por un religioso encargado de decirle sus faltas. Murió prematuramente, en el año 1297, contando apenas 23 años de edad.
MEDITACIÓN
SOBRE LA MODESTIA
I. La modestia es una virtud que regula el exterior del hombre; debes practicarla, porque no conviene a un cristiano, que debe ser la imagen y copia de Jesucristo, ser descompuesto en sus palabras o en sus actos. Dios está en todas partes; tu buen Ángel te ve; los hombres son testigos de tus inmodestias y se escandalizan de ellas. Todos estos motivos deberían persuadirte a amar esta hermosa virtud, que tanta gloria procura a Dios y tanto bien hace al prójimo. ¡Qué hermoso es dar buenos ejemplos! (San Ambrosio).
II. Para practicar la modestia, es necesario que consideres tu edad, tu condición, tu género de vida, el tiempo, el lugar y las ocasiones en que te encontrares. Tus miradas deben ser modestas, tanto como tus palabras, tus acciones y todo tu exterior; en una palabra, debes comportarte de tal modo que se pueda decir de ti: “Así es como andaba Jesucristo, así es como obraba y conversaba con los hombres”. Quien profesa creer en Jesucristo, debe regular su conducta según la de su Maestro (San Jerónimo).
III. La modestia exterior depende de la interior; el rostro no es sino el reflejo de los sentimientos del alma. Si tus pasiones están bien mortificadas, si tu corazón está continuamente ocupado con el pensamiento de Dios, no tendrás mucho trabajo en ser modesto. Tu alma, encontrando su contento en el interior de sí misma, no lo buscará en el exterior. Los sentimientos se manifiestan en nuestro continente, y el rostro es el espejo del alma y la expresión de las costumbres (San Isidoro).
La modestia.
Orad por la pureza en la juventud.
ORACIÓN
Haced, oh Dios omnipotente, que esta venerable solemnidad del bienaventurado Luis, vuestro confesor y pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

domingo, 18 de agosto de 2013

XIII Domingo después de Pentecostés.


(II clase, verde)
Gloria, Credo y prefacio de la Trinidad

La Iglesia sigue leyendo los libros Sapienciales, entre ellos el libro del Eclesiastés, el cual se abre con esta gran sentencia: "Vanidad de vanidades, y todo es vanidad... he visto todas las cosas que se hacen bajo el sol, y todas ellas son vanidad y aflicción de espíritu; los perversos difícilmente se enmiendan, y es infinito el número de necios". (1er. Noct.). Pues si esto lo dijo Salomón antes de la ley de gracia y de las luces sobrenaturales tan claras traídas de lo alto por Jesucristo, ¿qué no debiéramos pensar los cristianos de la vacuidad de los goces, de las riquezas y dignidades de este mísero mundo, por que los hombres tanto se perecen? Nosotros, los cristianos, debemos escalar cimas aún más elevadas que el mismo rey Salomón, nos dice S. Juan Crisóstomo (2º Noct.): nuestra vida debe andar regulada por esas virtudes celestiales que nada tienen de corpóreo, y que son todo inteligencia, o sea, por las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, virtudes que pedimos en la colecta, para que mediante ellas, "no amemos sino aquello que Dios nos manda amar". (Or.). 
Hoy se lee la Epístola, que tiene por argumento la fe en Jesucristo, fe que obra a impulsos de la caridad, y que hace cifremos nuestra esperanza en el Salvador, como lo hizo el mismo Abrahán y todos los Patriarcas del Antiguo Testamento. Esa fe activa y confiada hace que las almas cubiertas por la lepra del pecado queden de ella limpias, como lo quedaron los diez leprosos de que el Evangelio nos habla, y sobre todo de aquel samaritano que volvió a dar gracias a Jesús por su curación. La fe salva también las almas. Ella es "el principio y raíz de nuestra justificación " enseña el Santo Concilio Tridentino.
También nos enseña esta página evangélica cómo, si bien es cierto que no tenemos más que un Maestro, y éste es Cristo, con todo eso, hemos de sometemos a las enseñanzas y a las leyes de los substitutos que Él a puesto en la tierra, o sea, a la Iglesia, que es la encargada de curar y de distinguir lepra de lepra en el sacramento admirable de la Penitencia.
Lo que ella perdona, perdonado queda, lo que ella manda, refrendado va por el mismo Dios; el que a ella escucha, a Dios escucha, y el que la desprecia, a Dios mismo desprecia. Tal es la suave y natural economía, tan sabia como humana, que Dios ha tenido a bien establecer. Quiso gobernar a los hombres por medio de hombres. También pondera S. Agustín (Mait.) el desagradecimiento de los leprosos curados, pues que tan sólo uno de ellos fue para volver y dar gracias a su insigne médico, y éste nota el Evangelio que era Samaritano, o sea, de una raza inferior a la judía, descendiente de Abrahán y heredera de sus promesas. Por donde se ve que los verdaderos hijos de Abrahán no son aquellos que vienen de él por descendencia carnal, sino aquellos que participan de la fe viva del Padre de los Creyentes. "Los demás, hinchados con el orgullo, creían rebajarse si devolvían gracias a su Bienhechor (lb.).  Con todo eso, los judíos volverán algún día al redil, único aprisco de salvación, al "pequeño rebañito" de Jesús, decepcionados por el Anticristo. Su exclusión de la Iglesia no es irrevocable. Pidamos la pronta conversión de ese pobre pueblo cantando con el Introito y el Gradual: "Mira, Señor, tu pacto y no abandones hasta el fin las almas de tus pobres..." En cambio nosotros, hijos de gentiles, decimos a Jesús que en Él ciframos toda nuestra esperanza (Ofert.), porque Él se ha declarado nuestro refugio de generación en generación (Alel.), y porque nos alimenta con un Pan del cielo, harto más regalado que el maná llovido a los hebreos durante 40 años en el desierto (Com.)
*

sábado, 17 de agosto de 2013

Martirologio Romano (1956).

SAN JACINTO, Confesor
  1. San Jacinto, de la Orden de Predicadores, Confesor, que durmió en el Señor el día 15 de Agosto.
  2. En Cartago, los santos Mártires Liberado, Abad, Bonifacio, Diácono, Siervo y Rústico, Subdiáconos, Rogato y Séptimo, Monjes, y el niño Máximo; los cuales, en la persecución Vandálica y reinado de Hunerico, por la confesión de la fe católica y por la defensa de un solo Bautismo, fueron atormentados con varios e inauditos suplicios, y finalmente atravesados con clavos sobre leños para ser quemados en ellos, y aunque muchas veces encendido el fuego, siempre milagrosamente apagado, mandó el tirano golpearlos con los cuentos de los remos hasta triturarles las cabezas, con lo cual, coronados por el Señor, acabaron la carrera de tan hermoso combate.
  3. En Acaya, san Myrón, Presbítero y Mártir, a quien de orden del Presidente Antípatro, en Cícico, imperando Decio, después de muchos tormentos, cortaron la cabeza.
  4. SAN MAMMES, Mártir
  5. En Cesarea de Capadocia, el triunfo de san Mamés, Mártir, hijó de los santos Mártires Teódoto y Rufina, que desde su primera infancia hasta la vejez sufrió un prolongado martirio, y al fin, siendo Emperador Aureliano y Presidente Alejandro, lo consumó felizmente. Los santos Basilio y Gregorio Nacianceno le celebran con grandísimas alabanzas.
  6. En Nicomedia, los santos Mártires Estratón, Felipe y Eutiquiano, los cuales, condenados a las fieras y no recibiendo daño, consumaron el martirio por el fuego.
  7. En Tolemaida de Palestina, el suplicio de los santos Mártires Pablo y Juliana, Virgen, su hermana; ambos de orden del Emperador Aureliano, porque perseveraban constantemente en la confesión de Cristo, fueron atormentados con diversas y muy crueles torturas y por último decapitados.
  8. En Roma, san Eusebio, Papa.
  9. En Terni, san Anastasio, Obispo y Confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

viernes, 16 de agosto de 2013

San Roque.

Confesor Laico
n. 1295 en Montpellier, Francia;
† 1327 en Montpellier, Francia
Patrono de los perros; cirujanos; personas falsamente acusadas; inválidos; solteros. Protector contra las epidemias y plagas; cólera; problemas y enfermedades de la piel; problemas de la rodilla.
SAN ROQUE, Confesor Laico
Se armará nación contra nación,
y un reino contra otro reino;
y habrá pestes, y hambres,
y terremotos en varios lugares.
(Mateo 24, 7)
San Roque, después de la muerte de sus padres, que eran los señores de Montpellier, vendió sus bienes y distribuyó su precio entre los pobres. Habiéndose declarado una peste en Italia, fue a este país para consagrarse a las víctimas del terrible flagelo. A un gran número curó con la señal de la cruz. Dios recompensó su abnegación curándolo a él mismo, por intermedio de un ángel, de una herida que había recibido. Cuando cayó enfermo en un bosque, todos los días recibió un pan que le traía un perro de un gentilhombre. De vuelta a Montpellier, fue tomado por espía y encarcelado. Permaneció así cinco años y murió en la cárcel a mediados del siglo XIV.
MEDITACIÓN
SOBRE TRES AZOTES DE DIOS
I. La peste, la guerra y el hambre son los tres flagelos de que Dios acostumbra servirse para castigar a los hombres y recordarles sus deberes. Si Dios te envía estos azotes o alguna otra aflicción, di lo que decía San Lupo al rey Atila, azote de Dios: “Sed bienvenido, os deseábamos”. Nos dejamos corromper por la prosperidad, y Dios, para corregirnos, nos envía adversidades.
II. Dios golpea al que ama: a menudo lo visita mediante las enfermedades, las humillaciones y los reveses de fortuna, a fin de desasirlo de las creaturas. Lo prueba con el fuego de la tribulación, como al oro en el crisol. Él conmuta los rigurosos suplicios del purgatorio con aflicciones. Después de esto, oh Dios mío, ¿me quejaré yo de los sufrimientos que Vos me enviáis?
III. Los malvados, por el contrario, gozan de toda clase de prosperidades. Las riquezas, los placeres y los honores por todas partes los rodean. No os asombréis de esto, tienen su paraíso en este mundo. Dios, que es justo y que nada deja sin recompensa, les da bienes en esta vida para recompensarlos por algunas buenas acciones que han realizado. ¡Pobres desgraciados! ¡Os alegráis de vuestra prosperidad, y no veis que ella es para vosotros señal de reprobación! Es una señal de la cólera de Dios, que el pecador no sea castigado aquí abajo; si no lo hace en este mundo, es para castigarlo en el otro (San Bernardo).
La paciencia.
Orad por los enfermos.
ORACIÓN
Señor, os lo suplicamos, rodead sin cesar a vuestro pueblo con vuestra misericordiosa protección, y, en vista de los méritos del bienaventurado Roque, preservadlo de todo contagio, tanto de cuerpo como de alma. Por J. C. N. S.
Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo III; Patron Saints Index.

jueves, 15 de agosto de 2013

Cuarto Misterio Glorioso: La Asunción de María Santísima en cuerpo y alma al Cielo.

“Venid, Espíritu Santo, iluminad mi mente; venid e inflamad mi corazón”.
¡Alabemos y bendigamos a la Santísima Trinidad en la Asunción de Nuestra Señora!
LA ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
1. Durante su vida, la gloria de María quedó íntima y oculta en su Corazón… En el Antiguo Testamento hubo mujeres mucho más célebres y gloriosas, exteriormente, que María. Y muchos santos en la Iglesia tienen una aureola de gloria ostensiblemente más destacada que la de la Madre de Jesús durante su vida mortal.
Esta penumbra era designio de la Providencia… Así, salvo algunos hechos excepcionales, ignoramos casi todo de esa vida única, incomparable. El silencio y un gran secreto la envuelven antes de la Encarnación y aun después de la Anunciación del ángel. El Evangelio nombra a María en la Visitación a Santa Isabel, en la Natividad, en la Presentación en el Templo, en la huida a Egipto, en su regreso a Nazaret con Jesús y José, en la pérdida y hallazgo de Jesús en Jerusalén. Después reina un largo y profundo silencio…
Reaparece un instante en Caná, se la nombra dos veces en la vida evangélica del Salvador, y en fin, la encontramos al pie de la Cruz.
Y por última vez, el día de Pentecostés en el Cenáculo. Entonces desaparece definitivamente… ¿Cuándo y dónde murió?… ¿Cuándo salió del sepulcro y subió al cielo?… Nadie lo sabe, no hay más que simples tradiciones.
No tengamos sentimiento por esa oscuridad que María seguramente no sintió. La Providencia tendió muy sabiamente ese velo de misterio que realza la hermosura de la Reina de los Santos. De esa sombra, de esa oscuridad que la rodea, el Rey, su Hijo, la sacó el día de la Asunción.
La antigüedad llamó con respeto y ternura la “Dormición” y no la muerte de la Virgen… Su muerte se debió a un éxtasis de amor cuya intensidad desligó sin violencia, deliciosamente, sus lazos mortales y la llevó a los brazos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y siguió la Asunción, lógicamente.
Gloria a la Santísima Trinidad por los dones y privilegios con que enriqueció a la Santísima Virgen desde acá…
Gloria y alabanza a las tres Divinas Personas que la elevaron hasta su trono y la coronaron con una gloria que supera la de los ángeles y santos del Paraíso.
Gloria a Dios en las alturas de los cielos y en la tierra por la gloriosa Asunción de María en cuerpo y alma al cielo. ¡Alleluia! ¡Hosanna!
2. La fiesta de la Asunción, celebrando y confirmando la creencia tradicional de la Iglesia en tan hermoso misterio, es de la más venerable antigüedad. La Asunción de María es hoy día dogma de fe.
Es realmente único caso el de una Virgen intacta y divinamente fecunda, Madre del Hombre-Dios… Y cierto, la Asunción no es más extraordinaria que la Maternidad divina y virginal de María… Es más bien su feliz y muy gloriosa consecuencia.
Señor Jesús, quisisteis habitar en el seno virginal de María, y que se formase vuestro cuerpo de su purísima sangre… Quisisteis nacer de Ella sin empañar el cristal de su virginidad inmaculada…
Señor, Señor, ¿es posible acaso que ese jardín sellado fuera marchitado por la muerte?… ¿Que ese Tabernáculo sagrado fuera presa de la disolución del sepulcro?
No lo podía permitir, Jesús, vuestro honor de Hijo omnipotente ni la gloria de vuestra divina Madre muy amada.
Y bendecimos y agradecemos a vuestro Vicario en la tierra, que ha declarado infaliblemente que la Asunción de María es dogma de fe católica.
Jesús, Jesús, habéis agregado este florón a la corona de María Virgen y Madre que faltaba al coronamiento de su gloria en este mundo.
Eva fue creada en estado de perfección sobrenatural, perfecta. Pero María sobrepuja inmensamente la hermosura moral de Eva antes del pecado.
Después de toda una vida de penumbra y de silencio, Reina y Madre divina, llegó vuestra hora, y vuestra Asunción gloriosa confirmó a nuestros ojos, con el sello del milagro, todo lo que la Iglesia ha predicado siempre de vuestra predestinación única, incomparable… El Señor miró complacido vuestra humildad y os sacó del abismo de las sombras: os coronó de estrellas y os hizo resplandecer con el brillo del mismo sol. El día de vuestra Asunción os proclamó bienaventurada en el cielo y en la tierra. ¡Hosanna a Dios! ¡Alleluia!
3. Aquí una simple observación conmovedora: podemos creer que el privilegio de la Asunción fue un homenaje de la gratitud divina de Jesús tributado a su Madre.
Efectivamente, el Verbo había decretado salvarnos por la Cruz. Pero siendo Dios como era, por naturaleza no podía sufrir ni morir… El Fíat de María dio al Verbo, con un cuerpo mortal, la posibilidad, la facultad de sufrir, agonizar y morir.
María tuvo así muy amplia parte en la realización maravillosa del plan redentor… Pues fue el consentimiento pleno y entero de la Virgen que ofreció al Verbo el primer altar de su holocausto.
Jesús conserva en su cuerpo glorioso los Estigmas, soles de gloria que en el cielo irradian a la vez el amor del Verbo encarnado hasta la locura de la Cruz y la cooperación maravillosa de María a nuestra salvación.
Parece, pues, muy noble, a nuestro modo de ver, que el Hijo haya querido honrar el cuerpo santísimo de su Madre ahorrándole la humillación de la disolución, por razón altísima de divina gratitud.
María, Reina divina, habéis sido Mediadora no sólo por el Fíat pronunciado en un latido de vuestro Corazón, sino también por un largo martirio no sangriento, pero crudelísimo. Con vuestros sufrimientos y agonía al pie de la Cruz, habéis glorificado a vuestro Jesús, dándole una multitud de almas redimidas en su sangre y en vuestros dolores inmensos.
¡Ah! el Rey de amor, Madre divina, ha pagado regiamente todo lo que su Corazón de Hijo y de Salvador os debía… ¡Hosanna a El, que os corona y recompensa! Alleluia! Hosanna!
     Espíritu Santo
              ¡Dadnos el mérito de la virtud,
              el feliz desenlace de la salvación
              y en fin el gozo eterno!
Triunfadora y gloriosa, María nos puede decir: “¡No temáis, acercaos, soy y quedo vuestra Madre! Pedid, pues, con toda confianza lo que deseéis. Mi trono y mi glorificación deben dilatar vuestra confianza en mi poder unido a mi misericordia… Pedid y recibiréis, hijos míos, pues quiero colmaros en mi magnificencia.
“Estoy en lo más alto de los cielos, pero no puedo olvidar que mi cuna fue en vuestro destierro, que soy de nacimiento humilde nazarena. Que mi majestad no os atemorice, sino al contrario que os atraiga hasta mis brazos.
“Bajo la diadema de las doce estrellas, quedo la Mediadora y la Madre de misericordia.,.. ¡Venid a mí!”.
Oremos con María
En honor de la Santísima Trinidad y del misterio de la Asunción de María al cielo, pidamos, por el Corazón Inmaculado y Doloroso de María, la gracia de vivir la esclavitud de María, según la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort. Ganaremos así al Corazón de Jesús.
Deshojemos la rosa de este misterio a gloria de la Reina de los ángeles y de los hombres.
Por la conversión de los pecadores, sobre todo los de la familia, recemos una piadosa Salve.
P. Mateo Crawley Bowvey, SS.CC.
Meditaciones sobre el Rosario