jueves, 31 de enero de 2013

San Juan Bosco.


Confesor
n. 16 de agosto de 1815, I Becchi, Italia;
† 31 de enero de 1888, Turín, Italia
Patrono de estudiantes; jóvenes; niños; adolescentes; muchachos; aprendices; obreros; editores.
SAN JUAN BOSCO, Confesor
Quien quisiere salvar su vida (obrando contra mí), la perderá;
mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará.
(Mateo 16, 25)
Nacido en 1815, San Juan Bosco, hijo de humildes campesinos, perdió a su padre a la edad de dos años y fue educado por su piadosa madre Margarita. Desde que fue elevado al diaconado, comenzó a reunir, los domingos, a los obreros y niños abandonados de Turín. Construyó para ellos un asilo y una iglesia, dedicada a San Francisco de Sales. En 1854, sentó las bases de una nueva congregación, la de los salesianos, que hoy se llaman sacerdotes de Don Bosco; en 1872, fundó las Hijas de María Auxiliadora. Murió el 31 de enero de 1888, venerado por todo el mundo por su santidad y sus milagros.
MEDITACIÓN
SOBRE LA NECESIDAD
DE MORTIFICARNOS
I. Aquél que odia su alma en este mundo, la conserva para la vida eterna. Estas palabras de Nuestro Señor indican la necesidad que se nos impone de mortificarnos. La ciudad de Babilonia, es decir, de los réprobos, comienza por el amor a sí mismo y termina por el odio a Dios, dice San Agustín. La ciudad de Jerusalén, es decir, de los predestinados, comienza por el odio al cuerpo y termina por el amor a Dios. El amor a Dios crecerá en ti en la misma proporción que el odio a tu cuerpo. Mide con este metro: para conocer en qué medida eres perfecto, considera en qué medida te mortificas.
II. Tu mortificación debe comenzar cortando por lo vivo todos los placeres y deseos que pudieran impedirte cumplir los mandamientos de Dios. Corta todo lo que pueda impedirte cumplir con los deberes que te impone el estado de vida que hayas abrazado. En fin, hay una mortificación que no es como la anterior, obligatoria, sino sólo de consejo; consiste en abstenerse aun de los placeres permitidos. Es la que practican las almas santas; ¿las imitas?
III. La mortificación será para ti cosa fácil, si consideras que ella te impide caer en muchas faltas. Además, eres pecador: debes, pues, hacer penitencia y mortificarte para disminuir, por compensación, lo que debes a la justicia de Dios en el purgatorio. Eres cristiano: ¿concuerda acaso el vivir en el placer y adorar a un Dios crucificado? No temas los rigores de la mortificación; ella posee dulzuras escondidas que sólo pueden gustar los que la abrazan decididamente. Ves la cruz pero no conoces sus consuelos (San Bernardo).
La imitación de Jesucristo.
Orad por la educación de la juventud.
ORACIÓN
Señor, que habéis hecho de San Juan Bosco, vuestro confesor, padre y maestro de los adolescentes, y habéis querido hacer florecer en la Iglesia, por su intermedio, nuevas familias religiosas con la ayuda de la Santísima Virgen María, haced que inflamados con el mismo amor busquemos las almas y os sirvamos sólo a Vos. Por J. C. N. S.

miércoles, 30 de enero de 2013

Martirologio Romano (1956).


SANTA MARTINA, Virgen y Mártir
  1. Santa Martina, Virgen y Mártir, cuyo triunfo se conmemora el primero de Enero.
  2. En Edesa de Siria, san Barsimeo, Obispo, que, habiendo convertido a la fe muchos Gentiles y enviádolos delante de sí a la corona, los siguió, en el imperio de Trajano, con la palma del martirio.
  3. En Antioquía, el martirio de san Hipólito, Presbítero, el cual, engañado algún tiempo por el cisma de Novato, muy pronto, enmendado por 1a gracia de Cristo, volvió a la unidad de la Iglesia, y por ella y en ella consumó después un ilustre martirio. Preguntado por sus discípulos cuál fuese la secta verdadera, execró el dogma de Novato, y, afirmando que debía conservarse la fe que la cátedra de Pedro custodiaba, presentó el cuello al verdugo.
  4. En África, el triunfo de los santos Mártires Feliciano, Filapiano y otros ciento veinticuatro.
  5. Igualmente san Alejandro, el cual fue apresado en la persecución de Decio, y siendo ilustre por las canas venerables de su ancianidad y por haber dos veces confesado la fe, entregó su espíritu en medio de los tormentos.
  6. En Edesa de Siria, san Barsen, Obispo, ilustre por el don de curaciones; el cual, de orden de Valente, Emperador Arriano, relegado por la fe católica a lejanas tierras y fatigado con mudar tres veces el lugar de su destierro, acabó la vida.
  7. En Jerusalén, el nacimiento para el cielo de San Matías, Obispo, de quien se narran hechos maravillosos y llenos de fe; el cual, en el imperio de Adriano, habiendo padecido mucho por Cristo, por último descansó en paz.
  8. En Pavía, san Armentario, Obispo y Confesor.
  9. En Maubeuge, monasterio de Henao, santa Aldegunda, Virgen, en tiempo del Rey Dagoberto.
  10. En Viterbo, santa Jacinta de Mariscottis, Virgen, de la tercera Orden de san Francisco, insigne en penitencia y caridad, que fue canonizada por el Papa Pío VII.
  11. En Milán, santa Sabina, mujer religiosísima, que haciendo oración junto al sepulcro de los santos Mártires Nabor y Félix, descansó en el Señor.
  12. En territorio de París, santa Batilde, Reina, ilustre por la santidad y por la gloria de los milagros.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

martes, 29 de enero de 2013

San Francisco de Sales.


Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
n. 1567 en Sales, Saboya;
† 28 de diciembre de 1622 en Lyon, Francia
Patrono de escritores; autores; prensa católica; periodistas; educadores; profesores; confesores; sordos. Protector contra la sordera.
SAN FRANCISCO DE SALES, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón;
y hallaréis el reposo para vuestras almas.
(Mateo 11, 29)
Este santo ha sido la gloria de su siglo, el modelo de los hombres apostólicos y de los obispos, el doctor universal de la piedad y del amor de Dios. Su cuerpo en Annecy y su corazón en Lyon han obrado infinidad de milagros devolviendo la salud a los cuerpos; pero su espíritu, siempre vivo en sus libros, obra maravillas mucho más sorprendentes convirtiendo a los pecadores. Tan llena está su vida de nobles acciones, que es difícil resumirla; tan conocida de todos, por otra parte, que no es necesario referirla. Murió en Lyon en 1622.
MEDITACIÓN
SOBRE EL CORAZÓN
DE SAN FRANCISCO DE SALES
I. El corazón de San Francisco de Sales ardía con el fuego del amor divino. Este amor le hizo emprender todo lo que juzgó apto para contribuir a la gloria de Dios y a la salvación del prójimo. Sus predicaciones, sus pláticas, sus libros, son pruebas de esta verdad. ¡Ah! si amases a Dios como él, te burlarías de las riquezas, de los placeres, de los honores, y no dejarías perder las ocasiones de incitar a los demás a amar al Señor. ¡Oh Dios que sois tan amable! ¿por qué sois tan poco amado? ¡Oh fuego que siempre ardéis, fuego que nunca os extinguís, abrasad mi corazón!
II. El corazón del Santo sólo tenía dulzura y ternura para el prójimo; después de su muerte no se le encontró hiel en el cuerpo. Consolaba a los enfermos, daba limosna a los pobres, instruía a los ignorantes, y con su afabilidad trataba de que se le allegasen los pecadores, a fin de conducirlos enseguida al redil de Jesucristo.
III. Ese corazón, en fin, que era todo amor para Dios y toda dulzura para el prójimo, trataba a su cuerpo como a enemigo; para domar sus pasiones no retrocedía ante mortificación alguna, ante sacrificio alguno. Examina la causa de tus penas, y verás que provienen de las pasiones que no supiste domeñar. Aquél que ha vencido a sus pasiones adquirió una paz duradera.
La dulzura.
Orad por la orden de la Visitación.
ORACIÓN
Dios, que habéis querido que el bienaventurado Francisco de Sales, vuestro confesor y pontífice, fuese todo para todos para salvar a las almas, difundid en nosotros la dulzura de vuestra caridad, y haced que, dirigidos por sus consejos y asistidos por sus méritos, lleguemos al gozo eterno. Por J. C. N. S.

lunes, 28 de enero de 2013

San Pedro Nolasco.


Confesor
n. hacia el año 1182 en Languedoc, Francia;
† 25 de diciembre de 1258
SAN PEDRO NOLASCO, Confesor
Nadie tiene amor mayor
que el que da su vida por sus amigos.
(Juan 15, 13)
San Pedro Nolasco fue toda su vida un modelo de caridad. Consagró su fortuna entera al rescate de los cristianos que caían en manos de los infieles. La Santísima Virgen se le apareció y le ordenó fundara una orden cuya principal finalidad sería la de ejercer la caridad para con los pobres cautivos. Emprendió el santo la obra y a la nueva orden llamola de la Merced. Murió el día de Navidad del año 1256.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA
DE SAN PEDRO NOLASCO
I. El primer efecto de la caridad de nuestro santo fue consagrar todos los bienes al alivio de los desventurados; por ahí debes comenzar a imitarlo. ¿Qué has hecho hasta ahora para aliviar a tu prójimo en sus necesidades? ¿Qué puedes hacer? Por lo menos ruega a Dios por él, si no puedes hacer más. Sufre con paciencia las imperfecciones de los demás.
II. El segundo efecto de su caridad fue obligarse, con voto, a sacrificar su libertad, si era necesario, para el rescate de los cautivos. ¿Cómo comprometerías tu libertad por el prójimo, tú, que le rehusas una moneda? Sin embargo, por ti ha pagado Jesús y quiere que le pagues lo que le debes, en la persona del prójimo. Visita a los encarcelados, consuela a los afligidos y cuídate de no afligir a nadie con tus palabras o tu mal humor. Esa persona a quien menosprecias es más cara a Jesús que el mundo entero.
III. El propósito principal de este ilustre fundador fue arrancar de la perdición eterna las almas de los cristianos a quienes el tedio de una prolongada cautividad invita a renegar de la fe; así quería, al mismo tiempo, salvar el cuerpo y el alma de esos desventurados. La mejor caridad que puedes hacer a tu prójimo es contribuir a la salvación de su alma; no pierdas ocasión alguna de hacerlo, todas son preciosas.
La caridad para con el prójimo.
Orad por los pobres cautivos.
ORACIÓN
Oh Dios, que enseñasteis a San Pedro Nolasco a imitar vuestra caridad, inspirándole fundara en vuestra Iglesia una nueva familia para el rescate de los cautivos, concedednos por su intercesión que, libres de la servidumbre del pecado, gocemos en el cielo de libertad perpetua. Por J. C. N. S.

La preparación de la Cuaresma: el tiempo de Septuagésima.


El año litúrgico se estructura a partir de los acontecimientos más relevantes relacionados con Jesucristo. El más importante de ellos es la Semana Santa, en que se rememora su Pasión, Muerte y Resurrección y la consiguiente consumación de su obra redentora. Esto explica que la ordenación del año litúrgico se haga a partir de la Pascua de Resurrección, que es el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena tras el equinoccio de primavera. En la forma extraordinaria existen algunas diferencias con la distribución del año litúrgico existente tras la reforma de 1970. Una de esas diferencias es el período de tres semanas que precede a la Cuaresma, que en la forma ordinaria ha pasado a ser parte del tiempo ordinario. Dichas semanas se denominan, respectivamente, Septuagésima, Sexagésima y Quincuagésima. 
El tiempo de Septuagésima, como también es conocido, marca el inicio del tiempo de Carnaval (etimológicamente, abandono o despedida de la carne) y comporta, por tanto, un preludio para la Cuaresma. En efecto, este tiempo debe ser una preparación para que nos dispongamos a celebrar santamente la Cuaresma, período en el que a través de la penitencia, el ayuno y la oración nos preparemos para la gran fiesta de la Pascua. De ahí que su color litúrgico sea el morado, al igual que en Cuaresma y Adviento, por ser aquel el que denota exteriormente una preparación penitencial y una profundización espiritual de cara al tiempo litúrgico que sucederá. 
Cada uno de los domingos del tiempo de Septuagésima tiene una estación en alguna de las basílicas patriarcales de Roma (Pentarquía). Estas estaciones cuaresmales indican la dimensión peregrinante del Pueblo de Dios que, en preparación a la Semana Santa, intensifica el desierto cuaresmal y experimenta la lejanía de la «Jerusalén» hacia la cual se dirigirá el Domingo de Ramos, para que el Señor pueda completar ahí, con la Pascua, su misión terrena y realizar el designio del Padre. La costumbre de celebrar en Cuaresma la Misa «estacional» se remonta a los siglos VII y VIII, cuando el papa oficiaba la Santa Misa, asistido por todos los sacerdotes de las iglesias de Roma (para quienes era preceptivo acudir), en una de las cuarenta y tres basílicas estacionales de la ciudad.
Septuagésima es el noveno domingo antes de la Pascua de Resurrección, y debe su nombre a una simplificación de origen histórico: el primer domingo del tiempo de Carnaval que se introdujo en el calendario litúrgico fue el domingo de Quincuagésima (siglo VI). Posteriormente, se añadieron otros dos: el primero, que cae casi sesenta días antes de la Pascua, fue llamado domingo de Sexagésima (IV Concilio de Orleans, 541), y el segundo de Septuagésima (Sacramentario Gelasiano, 750). Septuagésima se conoce también como Dominica Circumdederuntpor la primera palabra del Introito de la Misa («Cercáronme angustias de muerte…»). A partir de este domingo y hasta el domingo de Pascua, se deja de decir el cántico al Señor, el Aleluya, tanto en la Misa como en el oficio divino. Asimismo, en la Misa del domingo y de las ferias se omite por completo el Gloria y se añade un Tracto al Gradual. Su estación es la hoy basílica menor de San Lorenzo Extramuros, asignada antiguamente al Patriarca de Jerusalén.
Sexagésima es el octavo domingo anterior a la Pascua y el segundo antes de la Cuaresma, y se conoce también como Dominica Exsurge, por el comienzo del Introito («Levantaos, oh Señor…»). Su estación es la basílica mayor San Pablo Extramuros, inicialmente la sede del Patriarca de Alejandría, y desde ahí la oración de la Iglesia invoca al doctor de los gentiles.
Quincuagésima es el domingo anterior al Miércoles de Ceniza, llamado Dominica Esto mihi, por las palabras iniciales del Introito («Sé para mí un Dios protector…»). Su estación es la basílica mayor de San Pedro del Vaticano, de la que era titular el Patriarca de Constantinopla. En muchos lugares, este domingo y los siguientes dos días eran usados para preparar la Cuaresma mediante una buena confesión. Como los días previos a la Cuaresma eran con frecuencia destinados al desenfreno, el papa Benedicto XIV, por medio de la constitución Inter Caetera (1 de enero de 1748), introdujo una especial «devoción de las cuarenta horas», para proteger a los fieles de las diversiones peligrosas y favorecer la reparación por los pecados cometidos. Con el mismo nombre se designa también el tiempo entre Pascua y Pentecostés, o entre el domingo siguiente a la Pascua y el domingo siguiente a Pentecostés. En este último caso se habla de Quinquagesima Paschae, paschalis o Laetitiae.
Con estas tres semanas se prepara, pues, la llegada del Miércoles de Ceniza y el inicio de ese tiempo de penitencia, limosna y oración que es la Cuaresma, el que hasta la reforma de san Gregorio Magno (540-604) comenzaba el domingo de Cuadragésima. De ahí que la estación del primer domingo de Cuaresma sea la basílica mayor de San Juan de Letrán, catedral de Roma y antigua sede del Patriarca de Occidente (título al que el papa Benedicto XVI renunció en 2006), que vuelve a comparecer el Domingo de Ramos y en la celebración de la Missae in Coena Domini y de la Vigilia Pascual. La estación correspondiente al Miércoles de Ceniza es la basílica de Santa Sabina, desde la que el Sumo Pontífice imponía las cenizas a la curia y al pueblo de Roma. Como recuerda el Papa, «el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es “hacerme semejante a él en su muerte” (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida […]. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo» (Mensaje para la Cuaresma 2011).

Jaime Alcalde

domingo, 27 de enero de 2013

Domingo de Septuagésima.

Para comprender el sentido de la Misa de hoy, preciso es estudiarla paralelamente con el Oficio de del Breviario. Este nos da en los maitines el relato de la Creación del mundo y del hombre, la lastimosa caída de nuestros primeros padres, con la promesa inmediata del Redentor, y, por fin acaban con el relato de la muerte del inocente Abel y con el recuento de las generaciones que se fueron sucediendo desde Adán hasta Noé. Dice el libro de Génesis: "Dios creó en el principio el cielo y la tierra, y formó en ella el hombre, poniéndolo en un jardín delicioso, para que lo cultivase"; todo lo cual no era sino una figura del futuro, porque el reino de los cielos es semejante a un padre de familia, que contrató obreros para cultivar su viña (Evangelio).
Ahora bien, dice San Gregorio "¿Quién está mejor representado por ese padre de familia que nuestro Creador, el cual con su providencia gobierna a los que creó, y cuyos son los elegidos que en este mundo viven desde el justo Abel hasta el postrero de los Santos?... La viña que posee es su Iglesia, y todos los que con fe resuelta se han puesto a trabajar en ella y a exhortar a los demás a que obren bien, todos esos son los
obreros de la viña. Los de la 1ª hora como también los de la 3ª, 6ª y 9ª son los del antiguo pueblo hebreo, que desde el principio del mundo…no dejó de cultivar la viña. Pero a la hora 11ª fueron llamados los gentiles, y a ellos precisamente se dirigen aquellas palabras: ¿cómo estáis todo el día ociosos?" Así todos los hombres estamos llamados a trabajar en la viña del Señor o sea a glorificar a Dios, fin último de la creación, santificándonos y santificando al prójimo.
Pero Adán no cumplió debidamente su cometido, y en seguida recayó sobre él y su descendencia la terrible sentencia condenatoria del Señor: "Por haber comido de la fruta vedada, la tierra será maldita y a fuerza de trabajo te producirá tu sustento… Con el sudor de tu frente comerás tu pan, hasta que vuelvas a la tierra de donde has salido, porque polvo eres y al polvo has de volver."
San Agustín comentando, dice: "Expulsado del Edén el primer hombre después de su culpa, condenó por lo mismo, a la muerte y a la reprobación a todos sus descendientes, corrompidos en su persona, como en su fuente. Toda la masa del género humano condenada, massa damnata, vióse entonces sumida en la desgracia." (2º Nocturno). Bien podemos decir con el Introito: Los dolores de la muerte me han rodeado.
"Justamente, sí, somos afligidos por nuestros pecados" (oración colecta), y la vida cristiana viene a ser como un circo en donde hay que luchar continuamente hasta ganar la corona (Epístola). Porque el denario de la vida eterna no se da sino a los que hubieren trabajado en la viña del Señor, o sea, en el cultivo de las virtudes cristianas, que supone continua brega y grandes sudores (Evangelio).
Dios, dice San Agustín, prefirió sacar bien del mal a no permitir ningún mal en el mundo (3er Nocturno). Y, en efecto, movióse luego a compasión por la pobrecita humanidad, hechura suya, prometiendo un segundo Adán que restableciese el orden alterado por el primero, y nos reconquistase el Cielo, cuyo derecho había perdido Adán al ser desterrado del Edén, el cual "era la sombra de una vida mejor."

Si Dios nos creó por modo maravilloso, nos redimió de un modo aún más admirable, "pues el acto de la creación del mundo, en el principio, no aventaja en excelencia a la inmolación de Cristo, nuestra Pascua en la plenitud de los tiempos" (Or. del Sábado Santo).
Respondamos, pues, al llamamiento del Señor. Quiere vernos trabajando en su viña. Empecemos desde ahora a luchar contra nuestras pasiones y capricho, contra nuestro egoísmo.
*

sábado, 26 de enero de 2013

El tiempo de Septuagésima (Catecismo Mayor de San Pío X).




CAPITULO V
DE LOS DOMINGOS DE SEPTUAGÉSIMA, SEXAGÉSIMA Y QUINCUAGÉSIMA

31. ¿Cuáles son los domingos que se llaman de SEPTUAGÉSIMA, SEXAGÉSIMA y QUINCUAGÉSIMA? - Se llaman domingos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima el séptimo, sexto y quinto domingo antes del de Pasión.

32. ¿Por qué razón la Iglesia desde el domingo de septuagésima hasta el Sábado Santo omite en los oficios divinos el ALELUYA y usa ornamentos morados? - La Iglesia, desde el domingo de septuagésima hasta el Sábado Santo, omite en los divinos oficios el Aleluya, que es voz de alegría, y usa ornamentos morados, que es color de tristeza, para alejar con estas señales de tristeza a los fieles de las vanas alegrías del mundo e inculcarles el espíritu de penitencia.

33. ¿Qué cosas propone la Iglesia a nuestra consideración en loa divinos oficios de las semanas de septuagésima, sexagésima y quincuagésima? - En los divinos oficios de la semana de septuagésima, la Iglesia nos representa la caída de nuestros primeros padres y su justo castigo; en los de sexagésima, el diluvio universal, enviada por Dios para castigo de los pecadores, y en los tres primeros días de la semana de quincuagésima, la vocación de Abrahám y el premio dado por Dios a su obediencia y a su fe.

34. ¿Cómo es que, a pesar de los intenciones de la Iglesia, en tiempos de septuagésima, sexagésima y quincuagésima aun más que en otro cualquiera, se ven tantos desórdenes en algunos cristianos? - En este tiempo, aun más que en otro cualquiera, se ven tantos desórdenes en algunos cristianos por la malignidad del demonio, que queriendo contrariar los designios de la Iglesia, hace los mayores esfuerzos para inducir a los cristianos a que vivan según los dictámenes del mundo y de la carne.

35. ¿Qué hemos de hacer para conformarnos con los designios de la Iglesia en tiempo de Carnaval? - Para conformarnos con los designios de la Iglesia en tiempo de Carnaval hemos de apartarnos de los espectáculos y diversiones peligrosas y atender con mayor cuidado a la oración y mortificación, haciendo alguna cosita extraordinaria. al Santísimo Sacramento, mayormente cuando está expuesto a la pública adoración; y esto para reparar tantos desórdenes con que Dios, en este tiempo es ofendido.

36. ¿Qué hará quien por necesidad hubiere de hallarse en alguna diversión peligrosa de Carnaval? -Quien por necesidad hubiere de hallarse en alguna diversión peligrosa de Carnaval, ha de implorar primero el socorro de la divina gracia para evitar todo pecado; portarse luego con gran modestia y reserva, y recoger después el espíritu con la consideración de alguna máxima del Evangelio.

CATECISMO MAYOR SAN PIO X

viernes, 25 de enero de 2013

La Conversión de San Pablo.


LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO
Éste es un vaso de elección que elegí
para que lleve mi nombre ante los gentiles.
(Hechos 9, 15)
San Pablo es derribado en el camino a Damasco, y de perseguidor de cristianos se convierte en apóstol de Cristo. El Señor le envía a Ananías para devolverle la vista y administrarle el santo Bautismo. El Apóstol novel permanece algunos días con los discípulos de Damasco, y, enseguida, se pone a predicar a Jesús en las sinagogas, asegurando que es el Hijo de Dios.
MEDITACIÓN
SOBRE LA CONVERSIÓN
DE SAN PABLO
I. Dios llama a San Pablo derribándolo por tierra y elevándolo hasta el tercer cielo. Ya no ve a las creaturas pues ha visto a Dios. ¿Quieres convertirte? Escucha la voz de Dios que te habla; cuando te arrebata tus placeres, tus parientes, tus amigos, son rayos que recibes que te advierten cierres los ojos a las cosas de este mundo y eleves tu mirada hacia los cielos. Cuántas veces ha dicho Jesucristo en el fondo de tu corazón: “¡Desventurado! ¿por qué me persigues?”.
II. San Pablo escucha la voz de Dios, y le responde:Señor, ¿quién eres tú? Examina las inspiraciones que sientes. ¿Son de Dios? ¿Es la voz de la vanidad o la de Jesucristo la que te llama a esta obra al parecer tan santa? Desde que hayas reconocido la voz de Jesucristo, dile con San Pablo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
III. San Pablo ejecuta con prontitud aquello que se le manda. Escucha a Ananías, recibe el bautismo e, inmediatamente, da testimonio de Aquél que lo ha llamado de las tinieblas a la luz. ¿Quieres tener éxito en tu conversión? No te demores, vete a buscar un prudente y sabio director espiritual; él será el intérprete de la voluntad de Dios. No tardes, alma mía, en convertirte al Señor, ni lo difieras de día en día (Eclesiástico).
La obediencia a las inspiraciones de Dios.
Orad por la propagación de la fe.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis instruido al mundo entero por la predicación del apóstol San Pablo, haced, os lo rogamos, que honrando hoy su conversión, marchemos hacia Vos imitando sus ejemplos. Por J. C. N. S.

miércoles, 23 de enero de 2013

San Raimundo de Peñafort.


Confesor
n. 1175 en Peñafort, España;
† 6 de enero de 1275 en Barcelona, España
Patrono de abogados y canonistas.
SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, Confesor
Sé fiel hasta la muerte,
y te daré la corona de la vida.
(Apocalipsis 2, 10)
Este santo empleó una gran parte de su vida en la conversión de los sarracenos. Dios bendijo sus esfuerzos: en 1256 escribía el santo al general de su orden que diez mil sarracenos habían recibido el bautismo. Obró gran número de milagros. Como se le rehusase un navío para pasar de la isla de Mallorca a Barcelona, extendió su manto sobre las olas y recorrió así un trayecto de sesenta lenguas. Murió a los cien años de edad, el 6 de enero de 1275.
MEDITACIÓN
NUESTRA VIDA
ES UNA NAVEGAClÓN
I. El mundo es como un dilatado mar, nuestra vida es su travesía. Para arribar felizmente al puerto, es menester imitar a los pilotos, que ni miran el mar, ni la tierra, sino solamente el cielo. Así, durante todo el curso de tu vida, dirige tus miradas hacia lo alto: no consideres sino el cielo. Que tu amor y tu esperanza estén en el cielo: pídele valor, espera de él tu recompensa; que tu esperanza toda provenga de lo alto (San Agustín).
II. Se está expuesto en el mar a las calmas y las tempestades, a los escollos, a los piratas y a otros mil peligros; pero se los evita, ora por la pericia del piloto, ora por los socorros del cielo. Nuestra vida es una mezcla de bienes y de males, de alegrías y de tristezas; tiene sus momentos de calma y sus días de tempestad; el demonio, nuestros enemigos, la carne, las pasiones, son para nuestra alma como rocas y escollos; los evitaremos sin embargo si imploramos el auxilio de Dios, y si seguimos los consejos de un director espiritual prudente y sabio.
III. La muerte es el puerto a que debemos arribar. A veces la nave naufraga en el puerto, otras da con playas cuyos habitantes son más peligrosos que los escollos y tempestades. ¡Ay! estamos en esta mar sin saber a ciencia cierta a qué puerto arribaremos; sin embargo, vivamos bien y no temeremos la muerte. Aquél que no quiere ir a Jesús, ése sólo debe temer la muerte (San Cipriano).
El pensamiento del paraíso.
Orad por los navegantes.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis elegido al bienaventurado Raimundo para hacer de él un ministro ilustre del sacramento del bautismo, y que le habéis hecho atravesar milagrosamente las aguas del mar, concedednos, por su intercesión, la gracia de que produzcamos frutos de penitencia y lleguemos un día al puerto de la salvación eterna. Por J. C. N. S.

martes, 22 de enero de 2013

Santos Vicente y Anastasio.


Mártires
1: n. en Huesca, España;
† martirizado hacia el año 304 en Valencia, España
2: n. en Persia;
† estrangulado y decapitado en el año 628 en Persia
1: Patrono de Valencia, España; viticultores; vinicultores; vinateros.
2: Patrono de orfebres. Protector contra los dolores de cabeza.
SANTOS VICENTE Y ANASTASIO, Mártires
Alegraos con la esperanza,
sed pacientes en la tribulación,
perseverad en la oración.
(Romanos 12, 12)
Vicente sufrió todas las clases de torturas que puede imaginar la crueldad más refinada. En medio de los tormentos resplandecía en su rostro y en sus palabras una tranquilidad tal, que parecía, dice San Agustín, que el Vicente que hablaba fuese distinto del que sufría.
Anastasio, de nacionalidad persa, después de haber sufrido varios tormentos, fue condenado a muerte por el rey Cosroes. Antes que a él, se estranguló a otros 68 cristianos. Cuando le llegó su turno: “Esperaba –dijo– otro género de muerte más cruel; pero ya que Dios me llama a Él por un camino tan fácil, no me costará nada el sacrificio de mi vida; le ruego sólo que se digne aceptarlo”.
MEDITACIÓN
SOBRE LOS TRES MOTIVOS
QUE DEBEN MOVERNOS
A PACIENCIA
I. Es menester sufrir en este mundo, porque el sufrimiento es inevitable en esta vida. Somos hombres, es decir, tenemos un cuerpo y un alma que nos proporcionarán una infinidad de ocasiones de ejercer la paciencia: nuestro cuerpo por sus flaquezas, nuestra alma por su ignorancia y sus pasiones. ¿Cómo sufres tú las incomodidades de esta vida? ¿No te impacientas? Recuerda que eres hombre y que no está en tu poder el escapar a las tribulaciones.
II. Somos pecadores y en calidad de tales debemos soportar pacientemente los sufrimientos, que son, por lo común, efectos de la justicia y de la cólera de Dios. ¡Ah! ¡cuán agradable te resultarán las cruces si consideras que has merecido el infierno! ¡Dios mío, hiéreme, castígame en esta vida, con tal que me perdones en la otra! (San Agustín).
III. Eres cristiano y debes vivir la vida de Jesucristo, vale decir, continuar su pasión en tu cuerpo. He ahí a lo que te obliga tu bautismo. ¿Has reflexionado en las distintas razones que tienes para soportar pacientemente tus penas? ¿Habría algo capaz de afligirte si estuvieras realmente persuadido de estas verdades? Puesto que es preciso sufrir necesariamente en este mundo, suframos con paciencia, suframos con alegría, para hacernos dignos de nuestro título de cristiano.
La alegría en los sufrimientos.
Orad por el Japón.
ORACIÓN
Señor, escuchad nuestros humildes ruegos, a fin de que, por la intercesión de los bienaventurados mártires Vicente y Anastasio, seamos librados de las iniquidades de que nos reconocemos culpables. Por J. C. N. S.

lunes, 21 de enero de 2013

Sacra Liturgia 2013.

Una conferencia internacional organizada por el obispo de Fréjus-Toulon, Francia, para estudiar, promover y renovar la apreciación por la formación litúrgica y celebración y su fundación para la misión de la Iglesia, especialmente a la luz de la enseñanza y el ejemplo de Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, en el Año de la fe convocada por el Santo Padre para conmemorar los 50 años desde el inicio del Concilio Vaticano II, y según las mismas recomendaciones pastorales para el Año de la Fe publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe.
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domingo, 20 de enero de 2013

Domingo II después de Epifanía.

La Misa nos manifiesta la divina realeza de Jesús. "Él es quien gobierna las almas y la misma naturaleza" (Oración Colecta) y "toda la tierra le adora" (Introito).
"Dios envió a su Verbo para curarnos y rescatarnos" (Gradual) y al derramar su sangre en el Calvario quedó
hecho Rey de nuestros corazones, reconciliándonos con su Padre. Por eso en este día la liturgia nos habla de la paz.
En el Evangelio tenemos la figura de la transubstanciación, que Santo Tomás llama el más grande de todos los milagros, en virtud del cual el vino eucarístico se convierte en sangre de la alianza. Y como quiera que por la Eucaristía pudo Jesús consumar con nuestras almas su místico desposorio, los Santos Padres han visto en las bodas de Caná una imagen de la unión del Verbo con la Iglesia.
María, ardiendo en esa caridad de que la Epístola nos habla, pide a Jesús un primer milagro a favor de los esposos, que se ven apurados por no tener vino para sus convidados  (Evangelio); y es tal su poder como Madre de Dios que Jesús, en vista de sus ruegos, anticipa la hora que tenía señalada para manifestar a sus discípulos su divinidad, y también Él pone su poder al servicio de su amor.
Seis cántaros, que servían para lavar las manos durante las comidas, se ven llenos de agua hasta el borde, y luego de obrado el milagro, el maestresala echa de ver que el vino nuevo resulta delicioso, siendo él quien mejor podía dar un juicio autorizado sobre el particular.
Ante esta prueba de la divinidad de Jesús, "sus discípulos creyeron en Él" (Evangelio).
Por la Misa que borra nuestros pecados (Secreta) y por la Comunión que permite la omnipotencia de Jesús transformar nuestras almas (Poscomunión), procuremos realizar en nosotros el "misterio del agua que el sacerdote mezcla con vino, haciéndonos partícipantes de la divinidad de  Aquel que se dignó revestirse de nuestra humanidad."
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jueves, 17 de enero de 2013

San Antonio, abad.


n. 251 en Heraclea, Egipto;
† 356 en el Monte Colzim, Egipto
Patrono de ermitaños, monjes, amputados, animales, cerdos, tejedores de cestas, fabricantes de cepillos, carniceros, enterradores, quienes están afectados por enfermedades de la piel, epilépticos. Protector contra la epilepsia y enfermedades de la piel en general.
SAN ANTONIO, Abad
Si quieres ser perfecto, anda y vende cuanto tienes,
y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo:
ven después y sígueme.
(Mateo 11, 21)
San Antonio, al oír estas palabras del Evangelio, se las aplicó como si hubieran sido dichas especialmente para él. Distribuyó sus bienes entre los pobres y se retiró al desierto. El demonio, para seducirlo, empleó toda la pompa de las grandezas, todo el brillo del oro y todos los atractivos de la voluptuosidad; pero su humildad lo libró de sus asechanzas, el temor al infierno extinguió los ardores impuros que encendía en su corazón, y la invocación a Jesús le dio la victoria sobre todos sus enemigos. Murió en el año 356.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN ANTONIO
I. San Antonio abandona y desprecia el mundo, dócil a la inspiración de Dios. Lo abandona generosamente, en la flor de su edad, para consagrar a Dios en el yermo el resto de su vida. ¡Cuántas veces tú también oíste las mismas palabras que convirtieron al santo! Sin embargo, todavía estás en el mundo. No te da el mundo sino trastornos y disgustos, y con todo lo amas; ¡qué no harías si te procurase felicidad!
II. El mundo sigue a San Antonio a la soledad para tentarlo allí. El demonio se sirve de la voluptuosidad, del brillo de las riquezas y de los honores; emplea halagos, amenazas, ilusiones y tormentos, a fin de echarlo de su desierto. Pero quien había vencido al mundo en el mundo, lo venció también en la soledad. La humildad, la oración, la austeridad, la invocación a Jesús le dieron la victoria sobre todas esas tentaciones. Vete a donde quieras, en todas partes encontrarás tentaciones; siempre te atacará el demonio, te seguirá tu carne y te perseguirá por todas partes.
III. Nuestro santo quiere pagar al mundo con la misma moneda; este enemigo había ido a atacarlo a su soledad, va el santo a desafiarlo hasta su casa. Deja el desierto para predicar el desprecio de las riquezas y de los placeres, para animar a los mártires, para confirmar a los cristianos en la fe. Aprended, almas santas, a dejar vuestra soledad y la suavidad de la contemplación para trabajar en la salvación de las almas. Aprended a combatir valerosamente al mundo por medio del ejemplo de vuestra vida y de vuestras santas conversaciones.
El amor a la soledad.
Orad por los que son tentados.
ORACIÓN
Señor, os rogamos hagáis que la intercesión de San Antonio, abad, nos torne agradables a Vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su asistencia lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S.

miércoles, 16 de enero de 2013

martes, 15 de enero de 2013

San Pablo, primer ermitaño.


n. hacia el año 230 en Tebas, Egipto;
† hacia el año 342
Patrono de tejedores; industria de la confección.
SAN PABLO, Primer Ermitaño
Cualquiera de vosotros que no renuncia
a todo lo que posee,
no puede ser mi discípulo.
(Lucas 14, 33)
Ilustre fundador de los eremitas, ¡cuán hermoso resultaba veros en vuestra gruta, vestido con un manto de hojas de palma, alimentado con un medio pan que un cuervo os traía cada día! Una fuente os daba de beber, la roca os servía de lecho, y estabais más contento en esa gruta que los reyes en sus palacios. ¡Gran Santo, haced que meditando vuestra vida aprendamos a despreciar el mundo y sus falsas máximas!.
MEDITACIÓN
SOBRE LA VIDA DE SAN PABLO
I. San Pablo, al ver a los perseguidores atacar la fe y la virtud de los cristianos mediante el cebo de los placeres, buscó en la soledad un abrigo contra la tentación. ¿Amas la pureza? ¿Quieres, a imitación de San Pablo, conservar esta bella virtud? Huye de las ocasiones. En esta clase de combates la huida asegura la victoria.
II. Aunque no fuese designio de Pablo el permanecer en la soledad, fue el de Dios el mantenerlo en ella. Tantas dulzuras hízole gustar en ese desierto, que desde entonces despreció el mundo y sus placeres. Alma tímida, ¿qué temes tú? Dios te llama, quiere desasirte del mundo; prueba, ensaya cuán suave es pertenecerle totalmente. Las dificultades se desvanecerán desde que pongas manos a la obra. No perderás tus placeres, sino que los trocarás en una alegría más sólida y más santa.
III. San Pablo permaneció en esta terrible soledad durante ochenta años, sin ver a nadie, excepto a San Antonio, que, inspirado de lo alto, lo fue a visitar. Tú comienzas con fervor, pero este fervor es solamente fuego de paja que se extingue en un instante. Ánimo, continúa; la eternidad bienaventurada que esperas, el Dios a quien sirves, valen la pena de que perseveres en la virtud durante los pocos años que te quedan de vida.
El desprecio del mundo.
Orad por los religiosos.
ORACIÓN
Oh Dios, que cada año nos proporcionáis un nuevo motivo de alegría con la solemnidad del bien aventurado Pablo, vuestro confesor, haced, por vuestra bondad, que honrando la nueva vida que recibió en el cielo, imitemos la que vivió en la tierra. Por J. C. N. S.

lunes, 14 de enero de 2013

Martirologio Romano (1956).


SAN HILARIO, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
  1. San Hilario, Obispo de Poitiers, Confesor y Doctor de la Iglesia, que tal día como ayer voló al cielo.
  2. En Nola de Campania, el tránsito de san Félix, Presbítero, a quien, según escribe el Obispo san Paulino, primero atormentaron y echaron en una prisión los verdugos; mas, cuando le tenían atado y extendido sobre conchas y cascos, de noche un Ángel le desató y sacó libre; después, pasada la persecución, habiendo allí mismo convertido muchos con su santa vida y doctrina a la fe de Cristo, esclarecido en milagros, murió en paz.
  3. En Judea, san Malaquías, Profeta.
  4. En el monte Sinaí, treinta y ocho santos Monjes, martirizados por los Sarracenos, en odio a la fe de Cristo.
  5. En la región de Raiti, en Egipto, cuarenta y tres santos Monjes, que, en odio a la religión Cristiana, fueron muertos por los Blemios.
  6. En Milán, san Dacio, Obispo y Confesor, de quien hace mención san Gregorio Papa.
  7. En África, san Eufrasio, Obispo.
  8. En Neocesarea del Ponto, santa Macrina, discípula de san Gregorio Taumaturgo, y abuela de san Basilio, la cual educó en la fe al mismo Basilio.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

sábado, 12 de enero de 2013

Martirologio Romano (1956).


  1. En Roma, santa Taciana, Mártir, la cual, imperando Alejandro, despedazada con garfios y peines acerados, expuesta a las fieras, y echada al fuego, pero quedando ilesa, finalmente pasada a cuchillo, voló al cielo.
  2. En Constantinopla, los santos Tigrio, Presbítero, y Eutropio, Lector, los cuales, en tiempo del Emperador Arcadio, calumniosamente acusados de haber incendiado la Iglesia principal y la curia del Senado, para vengar el destierro de san Juan Crisóstomo, padecieron el martirio por orden de Optato, Prefecto de la ciudad, que adoraba a los falsos dioses y aborrecía la religión Cristiana.
  3. En Acaya, san Sátiro, Mártir, que al pasar por delante de un ídolo, de un soplo y signándose en la frente, al punto lo derribó en tierra; por lo cual fue degollado.
  4. SAN ARCADIO, Mártir
  5. El mismo día, san Arcadio, Mártir, esclarecido en linaje y milagros.
  6. En África, los santos Mártires Zótico, Rogato, Modesto, Cástulo y las coronas de cuarenta soldados.
  7. En Tívoli, san Zótico, Mártir.
  8. En Efeso, el suplicio de cuarenta y dos santos Monjes, que por el culto de las sagradas imágenes, en tiempo de Constantino Coprónimo, cruelísimamente atormentados, consumaron el martirio.
  9. En Ravena, san Juan, Obispo y Confesor.
  10. En Verona, san Probo, Obispo.
  11. En Inglaterra, san Benito, Abad y Confesor.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.