miércoles, 30 de noviembre de 2011

SAN ANDRÉS.

Apóstol
n. en Betsaida; † crucificado en Grecia

Patrono de pescadores; pescaderías; Grecia; mujeres solteras; mujeres que desean ser madre; vocalistas.
Protector contra la gota y dolores de garganta.

SAN ANDRÉS, Apóstol

Líbreme Dios de gloriarme,
sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
(Gálatas 6, 14)

San Andrés, pescador de Betsaida en Galilea, hermano de Simón Pedro y, primero, discípulo de San Juan Bautista, fue, después de la Ascensión, a predicar el Evangelio en Tracia, en Escitia y, después, en Grecia. Fue apresado bajo Nerón, azotado varias veces y por fin, condenado a morir crucificado. Regaló sus vestiduras al verdugo y, en cuanto vio la cruz, la abrazó exclamando: “¡Oh buena cruz, cuánto tiempo hace que te deseo!” Desde lo alto de ella predicó durante dos días el Evangelio a la multitud que presenciaba su suplicio.

MEDITACIÓN
SOBRE LA CRUZ DE SAN ANDRÉS

I. San Andrés había deseado durante mucho tiempo la cruz y había preparado su espíritu para recibirla. Imita esta santa previsión y prepárate para padecer valerosamente las más duras pruebas. Pide a Dios que te castigue según su beneplácito. Si te escucha, la cruz te será dulce; si no te escucha, no por eso quedarán sin recompensa tus buenos deseos. Di con San Andrés: Oh buena Cruz, oh Cruz por tanto tiempo deseada, sepárame de los hombres para devolverme a mi Maestro, a fin de que Aquél que me ha redimido por la cruz, me reciba por la cruz.

II. San Andrés se alegró a la vista de su cruz porque debía morir como su divino Maestro. Cuando veas tú que se te aproximan la cruz y los sufrimientos, que este pensamiento te fortifique. Jesús ha padecido todos estos tormentos y mucho más crueles aun, para endulzarme con su amargura. En lugar de imitar a este santo Apóstol, ¿no tiemblas tú, acaso, a la vista de las cruces y de las aflicciones?

III. Considera que no es San Andrés quien lleva la cruz, sino la cruz la que lleva a San Andrés. Si llevas tú la cruz como él, ella te llevará, no te incomodará, te ayudará a evitar los peligros del mundo. Si no llevas tu cruz con alegría y buena voluntad, será preciso que la arrastres gimiendo. Nadie está exento de cruz en este mundo; siente menos su pesadez quien la lleva alegremente por amor a Dios. La cruz es un navío; nadie puede atravesar el mar del mundo si no es llevado por la cruz de Jesucristo (San Agustín).

El amor a la Cruz.
Orad por la conversión de Inglaterra.

ORACIÓN

Oíd nuestras humildes plegarias y concedednos, Señor, que el Apóstol San Andrés, que instruyó y gobernó a vuestra Iglesia, interceda continuamente por nosotros ante el trono de vuestra divina Majestad. Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)

martes, 29 de noviembre de 2011

SAN SATURNINO.

Mártir
† martirizado hacia el año 309 en la vía Salariana, Roma

Los hijos de este siglo son más sagaces,
en sus negocios, que los hijos de la luz.
(Lucas 16, 8)

San Saturnino fue detenido y arrojado en una prisión durante la persecución de Diocleciano. Después de haber sufrido mucho en su mazmorra, fue sacado de ella para ser extendido en el potro; pero como las torturas ordinarias no podían doblegarlo a sacrificar a los dioses, le machucaron el cuerpo a bastonazos y le quemaron los costados con antorchas ardientes. Por fin fue decapitado junto con el diácono Sisino, y sus cuerpos fueron enterrados a dos millas de Roma, en la vía Salariana, el año 309.

MEDITACIÓN
SOBRE LA VERDADERA
PRUDENCIA DEL CRISTIANO

I. La verdadera prudencia del cristiano consiste en regular la vida según las máximas del Evangelio; hay que mirar las cosas de este mundo con los ojos de la fe. El hombre político, el médico, el orador siguen las reglas de su respectivo arte: ¡Sólo el cristiano quiere hacer profesión de cristianismo sin observar sus preceptos! Se declara discípulo del Evangelio no obstante vivir una vida contraria al Evangelio. Leen el Evangelio y se entregan a la impureza; se dicen discípulos de una ley santa y llevan una vida criminal (Salviano).

II. ¿De qué proviene que no obremos según las máximas del Cielo? Es que no meditamos lo suficiente. ¿Podríamos acaso amar las riquezas y los placeres, si pensásemos seriamente en la muerte que está próxima, en el juicio que le sigue, en la eternidad de dicha o de infelicidad que será nuestra herencia?

III. Sería menester meditar cada día una verdad del Evangelio y elegir una de ellas en particular con la que entretuviésemos nuestra alma, que fuera como nuestro lema y nuestro grito de guerra en nuestra lucha contra el demonio. Los santos tuvieron su divisa particular; San Francisco: Mi Dios y mi todo; Santa Teresa: O padecer o morir; San Ignacio de Loyola: A la mayor gloria de Dios; el cardenal de Bérulle: Nada mortal para un corazón inmortal. Siguiendo el ejemplo de estos grandes hombres, elige en la Escritura o en los Padres una palabra y no la pierdas de vista. ¿De qué sirve al hombre ganar todo el universo, si llega a perder su alma?

El deseo de la sabiduría.
Orad por los prisioneros.

ORACIÓN

Oh Dios, que nos concedéis la alegría de celebrar el nacimiento al cielo del bienaventurado Saturnino, vuestro mártir, concedednos la gracia de ser asistidos por sus méritos.
Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Martirologio Romano (1956).

28 de Noviembre

  1. En Corinto, el triunfo de san Sóstenes, uno de los discípulos de san Pablo, de quien hace mención el mismo Apóstol, escribiendo a los Corintios. Sóstenes, de príncipe de la Sinagoga, convertido a Cristo, cruelmente azotado en presencia del Procónsul Galión, consagró con excelente principio las primicias de su fe.
  2. En Roma, san Rufo, a quien con toda su familia Diocleciano hizo Mártir de Cristo.
  3. En África, los santos Mártires Papiniano y Mansueto, Obispos, que en la persecución Vandálica, reinando Genserico Arriano, por la defensa de la fe católica, quemado todo el cuerpo con láminas de hierro candente, consumaron un glorioso combate. Entonces también otros nueve santos Obispos, a saber: Valeriano, Urbano, Crescente, Eustaquio, Cresconio, Crescenciano, Félix, Hortulano y Florenciano, condenados al destierro, terminaron el curso de su vida.
  4. SAN ESTEBAN EL JOVEN, Mártir

  5. En Constantinopla, los santos Mártires Esteban el Joven, Basilio, Pedro, Andrés y otros trescientos treinta y nueve compañeros Monjes, que, en tiempo de Constantino Coprónimo, por el culto de las sagradas Imágenes, atormentados con varios suplicios, confirmaron la verdad católica con el derramamiento de su sangre.
  6. En Nápoles de Campania, la feliz muerte de Santiago de la Marca, Sacerdote de la Orden de Menores y Confesor, esclarecido por la aspereza de vida, predicación apostólica y por muchas legaciones desempeñadas en pro de la religión Católica; a quien el sumo Pontífice Benedicto XIII puso en el catálogo de los Santos.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

domingo, 27 de noviembre de 2011

I Domingo de Adviento.

(I clase, morado) Misa sin Gloria, pero sí Credo.
Prefacio de Adviento o de la Santísima Trinidad.
En aquellos lugares diócesis donde la fiesta de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa es de I clase,
ha de trasladarse al lunes.
*
NORMAS GENERALES PARA EL ADVIENTO
  • Los domingos son de I clase. No se dice Gloria. No se admite Comemoración ni Solemnidad, ni Fiestas. Las Fiestas (I clase) que ocurriesen en domingo son trasladadas al lunes con la conmemoración de la feria.
  • Las ferias del adviento son de III clase y a partir de 17 de diciembre son de II clase. La misa ferial es del domingo sin aleluya. Las ferias de adviento no admiten misas votivas de IV clase.
  • En las Fiestas de III clase se ha de conmemorar la feria de adviento, cuyas oraciones son las del domingo: en la misa así como en laudes y vísperas.
  • Prefacio de Adviento. Debe ser usado en todas las misas del tiempo así como aquellas donde no hay propio. Se encuentran como suplementos en la edición de 1962. En su defecto, Prefacio común para las ferias y prefacio de la Trinidad para los domingos.
  • El uso del órgano sólo se permite para sostener el canto y no debe haber adorno floral.
*
Evangelio. Luc.21.25-33.- Las señales precursoras del fin de los tiempos serán también las de nuestra liberación definitiva y las del advenimiento del reino : «El mismo Dios estará con ellos; él enjugará las lágrimas de sus ojos. y ya no habrá muerte, ni duelo. ni gemidos, ni dolor, porque todas estas cosas habrán pasado.» (Apocalipsis, 21.4.)
En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus discípulos: Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra consternación de las gentes, por la confusión que causará el ruido del mar y de sus olas. Se morirán los hombres por el temor y recelo de las cosas que sobrevendrán a todo el universo, porque las virtudes de los cielos se tambalearán, y entonces verán al Hijo del hombre venir sobre una nube con gran poder y majestad. Cuando comiencen, pues, a cumplirse estas cosas, erguíos y levantad vuestras cabezas, porque se acerca vuestra redención. Y les dijo esta comparación: Ved la higuera y todos los árboles: cuando producen ya de sí el fruto, sabéis que está cerca el verano; así también, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. En verdad os digo, que no pasará esta generación sin que todo esto se cumpla. El cielo y la tierra pasarán; pero mis palabras no pasarán.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Letanías del Papa San Pío X.

SAN PIO X

Señor, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.

Dios, Padre Celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad Santa, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Santa María, Madre de Dios,
a cada invocación se repite: ruega por nosotros.
San José, Patrono de la Iglesia Universal,
San Pío X, modelo de los sacerdotes,
San Pío X, sabio Obispo,
San Pío X, humilde Cardenal y Patriarca,
San Pío X, celoso Papa de su grey,
San Pío X, maestro piadoso,
San Pío X, misericordioso con los pobres,
San Pío X, consolador de los enfermos,
San Pío X, amante de la pobreza,
San Pío X, humilde de corazón,
San Pío X, siempre fiel a sus obligaciones,
San Pío X, heroico en la práctica de todas las virtudes,
San Pío X, lleno de espíritu de sacrificio,
San Pío X, decidido en restaurarlo todo en Cristo,
San Pío X, que acercó a los niños al comulgatorio,
San Pío X, que promovió la Comunión frecuente para todos,
San Pío X, que instó a conocer y amar la Santa Misa,
San Pío X, que procuró la difusión de las enseñanzas cristianas por todas partes,
San Pío X, que resistió y condenó todas las herejías,
San Pío X, que enseñó la correcta y justa Acción Católica,
San Pío X, que consagró a los fieles al apostolado laico,
San Pío X, que se daba a conocer como pobre pastor de almas,
San Pío X, que responde a las súplicas de quienes claman a él,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.
Ten misericordia de nosotros.

V. Ruega por nosotros, San Pío X.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos. Oh, Dios, que llenaste el alma de San Pío X con una caridad ardiente y lo llamaste para que sea el Vicario de Cristo en la tierra, concédenos que, por su intercesión, podamos seguir los pasos de Jesucristo, nuestro Divino Maestro; y que nuestras oraciones dirigidas a este Santo Papa den frutos en nuestra vida terrenal y nos conduzcan a la eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Martirologio Romano (1956).

25 de Noviembre

SANTA CATALINA DE ALEJANDRÍA, Virgen y Mártir

  1. En Alejandría, santa Catalina, Virgen y Mártir, que, encarcelada por la confesión de la fe Cristiana, imperando Maximino, azotada después muchísimo tiempo con escorpiones, y finalmente degollada, consumó el martirio. Su cuerpo, maravillosamente llevado por los Angeles al monte Sinaí, es allí venerado con mucha piedad por multitud de fieles que acude a visitarle.
  2. En Roma, san Moisés, Presbítero y Mártir, al cual, preso con otros en la cárcel, consoló muchas veces san Cipriano con sus cartas; combatió con ánimo inquebrantable, no sólo contra los Gentiles, sino también contra los cismáticos y herejes Novacianos, y por fin, según afirma san Cornelio Papa, en la persecución de Decio fue coronado de un eximio y admirable martirio.
  3. En Antioquía, san Erasmo, Mártir.
  4. En Cesarea de Capadocia, el suplicio de san Mercurio, soldado, que con el patrocinio del Ángel de su guarda, venció a los bárbaros y triunfó de la crueldad de Decio; y, cargado de los trofeos de sus muchos tormentos, coronado del martirio, pasó al cielo.
  5. En Emilia, provincia de Italia, santa Jocunda,Virgen.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

jueves, 24 de noviembre de 2011

SAN JUAN DE LA CRUZ.

Confesor y Doctor de la Iglesia
n. 24 de junio de 1542 en Fontiveros (Ávila), España;
† 14 de diciembre de 1591 en Úbeda, España

Patrono de místicos; teología mística; vida contemplativa; poetas españoles.

SAN JUAN DE LA CRUZ, Confesor y Doctor de la Iglesia

La caridad no tiene envidia,
no obra precipitada.
(1 Corintios 13, 4)

San Juan de la Cruz, de la Orden Carmelitana y émulo de Santa Teresa, tenía tal amor por Dios, que bastaba la vista de un crucifijo para fundirlo en lágrimas y hacerlo caer en éxtasis. Tres cosas pedía frecuentemente al Señor: la primera, no pasar día sin sufrir; la segunda, no morir siendo superior, y la tercera, acabar su vida en la humillación, el desprecio y la soledad. Fue escuchado. Las odiosas persecuciones de que fue objeto durante mucho tiempo, hasta la misma prisión, no hicieron sino aumentar su dicha. A punto de morir exclamó ¡Gloria a Dios! y, después, apretando el crucifijo sobre su corazón, extinguiose dulcemente el 14 de diciembre de 1591, a la edad de 49 años.

MEDITACIÓN
SOBRE LA ENVIDIA

I. Nada hay que el cristiano deba evitar más que la envidia, porque allí donde ella reina no hay caridad, ni humildad, ni tranquilidad de espíritu. La envidia nos hace enemigos de Dios, de nuestro prójimo y de nosotros mismos. Lo más raro es que el envidioso se hace más mal a sí mismo que a los demás. La dicha del prójimo tórnalo miserable y lo condena; se aflige a sí mismo sin poder hacer mal a los otros. El envidioso es el enemigo de su salvación más todavía que del prójimo (San Cipriano).

II. Tiénese envidia de los bienes del espíritu y de los bienes del cuerpo, de los bienes de la naturaleza y de los bienes de gracia. ¡Qué locura envidiar en tu prójimo aquello que Dios, en su liberalidad, le concedió, o aquello que él adquirió mediante su trabajo! Los bienes de la tierra muy poca cosa son para que sean objeto de tu envidia; en cuanto a los dones y favores de Dios, si los deseas, eres un insensato envidiando a los demás, porque éste es el medio, precisamente, con que no los obtendrás.

III. Para corregirte de este vicio, hay que buscar las fuentes, que son la vanidad y la falta de caridad. Considera, además, las penas que te causa la envidia y los pecados que te hace cometer; arruina tu salud y tu reputación. ¡Desdichado! ¡Imita el bien que ves en los demás, y no tendrás motivo para envidiarlos! Si no puedes imitarlos, alégrate de que practiquen la virtud y sigan el camino del cielo; es la manera de participar de sus méritos. Imita a los buenos, si puedes; si no puedes, alégrate con ellos (San Cipriano).

La modestia en la Iglesia.
Orad por los sacerdotes.

ORACIÓN

Oh Dios, que habéis hecho de San Juan de la Cruz, vuestro confesor y Doctor, un amante apasionado de la Cruz y de la perfecta abnegación de sí mismo, concedednos la gracia de llegar, caminando por sus huellas, a la gloria eterna.
Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)
24 de noviembre

Fuentes:
- Santoral de Juan Esteban Grosez, S.J. - Tomo IV; Patron Saints Index.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Llegada de San Pedro a Roma.

Bajo el reinado de Claudio, el año 42 de nuestra era, un viajero, cubierto de polvo y abrumado por el cansancio de un largo camino, llegaba a la entrada de Roma, cerca de la puerta Naval.

Un filósofo romano, amante de novedades, impresionado al observar el traje del extranjero y la expresión grave e inteligente de sus rasgos, le habló, entablándose el diálogo siguiente:

El filósofo – Extranjero: ¿de dónde vienes? ¿Cuál es tu país?

Pedro – Vengo de Oriente; y pertenezco a una raza que vosotros detestáis, a la que habéis expulsado de Roma: mis compatriotas se encuentran relegados al otro lado del Tíber. Soy judío de nación, nacido en Betsaida de Galilea.

El filósofo – ¿Qué es lo que te trae a Roma

Pedro – Vengo a destruir el culto de los dioses que vosotros adoráis y a haceros conocer al único verdadero Dios que no conocéis. Vengo a establecer una Religión nueva, la única buena, la única divina.

El filósofo – ¡A fe que esto es algo nuevo! ¡Hacer conocer un nuevo Dios, establecer una Religión nueva!… ¡La empresa es grande! Pero, ¿cuál es el Dios desconocido de que hablas?

San Pedro - Artus Quellin IPedro – Es el Dios que ha creado el cielo y la tierra: es un solo Dios en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios Padre ha enviado al mundo a su Hijo único, Jesucristo, que se hizo hombre sin dejar de ser Dios. Como hombre, fue al principio carpintero en una pequeña aldea, Nazaret; vivió pobre; murió en una cruz en Jerusalén para expiar los pecados del mundo, pero resucitó al tercer día. Como Dios, tiene todo poder en el cielo y en la tierra, y me envía para deciros que todos los dioses del Imperio no son sino falsas deidades introducidas por el demonio. Él es el único verdadero Dios a quien se debe adorar en todo el universo.

El filósofo – ¡Por Júpiter, tú deliras!… ¡Tú querrías derribar los altares de nuestros dioses, que han dado a los romanos el imperio del mundo, para hacer adorar en su lugar a un Dios crucificado! Pero ¿puede, acaso, imaginarse algo más absurdo, más impío?

Pedro – No, no deliro. Dentro de poco vuestros templos serán un montón de ruinas; y en Roma no habrá más que un solo Dios, el Dios crucificado en Jerusalén…

El filósofo – ¿Y qué vienes a anunciarnos de parte de un Dios tan extraño?… Seguramente tu Religión debe ser cómoda, fácil y atrayente, puesto que esperas substituir con ella la religión del Imperio.

Pedro – La Religión que yo predico parece una locura a los hombres. Obliga a la inteligencia a creer misterios insondables, y al corazón a domar todas sus pasiones. Condena todos los vicios que tienen templos en esta ciudad; impone la práctica de las virtudes más difíciles: lahumildad, la castidad, la caridad, la penitencia.

El filósofo – ¿Y qué prometes a los secuaces de tu Religión?

Pedro – Aquí en la tierra tendrán que soportar incesantes luchas, privaciones y sufrimientos. Deben estar prontos a sacrificarlo todo, hasta la propia vida, antes que apostatar de su fe. Pero en el cielo, después de su muerte, yo les prometo un trono de gloria más hermoso que todos los tronos del mundo.

El filósofo – Si los romanos renuncian a las delicias de la vida para abrazar tu Religión tan austera; si cambian los bienes presentes por los tronos que les prometes sobre las nubes, yo te miraré como a un Dios.

Pedro – Yo no soy nada por mí mismo, pero Aquél que me envía es todopoderoso. Yo vengo en su nombre a enseñar a todas las naciones y a restablecer su Religión en todo el universo.

El filósofo – ¡Dioses inmortales! ¡Jamás hombre alguno soñó con semejante proyecto!… Establecer una Religión de tal naturaleza en Roma, en el centro de la civilización y de las luces; querer hacer adorar a un Galileo crucificado, ¡es locura!… ¿Quién eres tú para soñar en semejantes empresas?

Pedro – ¿Ves allá en la orilla a aquellos pescadores? Pues ése es mi oficio. Para ganar el pan, he pasado una buena parte de mi vida remendando redes y pescando en un pequeño lago de mi tierra.

El filósofo – ¿De qué medios dispones para imponer al mundo tus ideas? ¿Tienes, por ventura, soldados más numerosos y más valientes que los de César?

Pedro – Nosotros somos doce, diseminados por todos los pueblos, y mi Dios me prohibe emplear la violencia. Él nos ha enviado como ovejas en medio de los lobos. No tengo más arma que esta cruz de madera…

El filósofo – ¿Posees, al menos, inmensos tesoros para ganar discípulos?

Pedro – No tengo ni oro ni plata. En el mundo no poseo más que este vestido que me cubre.

El filósofo – En ese caso, confiarás en tu elocuencia. ¿Cuánto tiempo has estudiado con los retóricos de Atenas o de Alejandría el arte de persuadir a los hombres?

Pedro – Ignoro los artificios del lenguaje. No he frecuentado más escuela que la del carpintero, mi Maestro, y no sé nada fuera de la santa Religión que Él me ha enseñado.

El filósofo – Pero, ¿esperas tú entonces que los emperadores, los magistrados, los gobernadores de provincia, los ricos y los sabios favorezcan tu empresa?

Pedro – No; toda mi esperanza está en Dios. ¿Cómo podría yo contar con los ricos, los sabios y los césares?… Yo mando a los ricos que desprecien sus riquezas, a los sabios que sometan su razón al yugo de la fe, al César que abdique su dignidad de gran Pontífice y acate las órdenes de Aquél que me envía.

El filósofo – En tales condiciones, fácil cosa es prever que todo estará contra ti. ¿Qué intentas hacer cuando tal suceda?

Pedro – Morir sobre una cruz: mi divino Maestro me lo ha predicho.

El filósofo – Verdaderamente esto es lo más inverosímil de todo cuanto acabas de decirme. Extranjero, tu empresa es una locura… ¡Adiós!

El romano se va, mientras, hablando consigo mismo, dice: «¡Pobre loco! Es una lástima que este judío haya perdido la cabeza; parece una persona respetable».

Pedro besa su cruz de madera y penetra en Roma. Allí, a pesar de los sacerdotes, a pesar de los filósofos, a pesar de los Césares, funda la Religión de Jesucristo; hace adorar por esos orgullosos romanos a unjudío crucificado; persuade a los voluptuosos a que practiquen la penitencia y puebla de vírgenes aquella ciudad disoluta. El ignorante pescador demuestra su doctrina tan cumplidamente, que los que la abrazan derraman con gusto su sangre en defensa de la misma.

Algunos años más tarde, el apóstol extiende sus brazos sobre la cruz que ha predicado. Su muerte fija para siempre en Roma la sede de su imperio. Después de su martirio, la cátedra desde la cual ha enseñado nunca queda vacante. Durante trescientos años la espada de los Césares hiere a todos los que la ocupan. Pero su trigésimo segundo sucesor bautiza al César y enarbola la cruz sobre el Capitolio. En adelante, la cruz de madera llevada a Roma por Pedro dominará sobre el mundo: Stat crux dum volvitur orbis.

¿No es éste un milagro? ¡Un pescador triunfa de todo el poder romano encarnizado en destruir su obra, y el mundo adora a un judío crucificado, bajo la palabra de doce pescadores de Galilea! ¡Esto no era humanamente posible, y, sin embargo, ha sucedido!… La locura de la cruz ha triunfado de todo el universo: he ahí el monumento inmortal de la divinidad del Cristianismo. ¡El dedo de Dios está ahí!…

La Religión Demostrada - P. A. Hillaire

martes, 22 de noviembre de 2011

SANTA CECILIA.

Virgen y Mártir
† decapitada hacia el año 177

Patrona de la Academia de Música de Roma; música; músicos; cantantes; compositores; poetas; fabricantes de instrumentos musicales; mártires.

SANTA CECILIA, Virgen y Mártir

Mira que vengo pronto: mantén lo que tienes,
no sea que otro se lleve la corona.
(Apocalipsis 3, 11)

Santa Cecilia, de la ilustre familia de los Cecilios Metelos, gustaba de los cánticos sagrados y acompañábase con un instrumento cantándolos. Se preparó para el matrimonio con tres días de mortificaciones; después declaró a Valeriano su esposo, patricio pagano, que tenía a un ángel como guardián de su virginidad. Por el deseo de verlo se convirtió Valeriano, y en efecto, lo vio, llevando dos coronas, una para el mismo Valeriano y otra para su virginal esposa. Cecilia, urgida por el prefecto Almaquio, para que dijera dónde estaban sus tesoros: “Están -le dijo- en seguridad en manos de los pobres”. Sufrió el martirio con su esposo y Tiburcio su cuñado.

MEDITACIÓN
SOBRE EL BUEN USO
DE LAS GRACIAS DE DIOS

I. Dios da a cada uno las gracias necesarias para alcanzar el grado de santidad a que Él lo destina. Si aprovechamos estas gracias, obtendremos otras mayores. San Valeriano escuchó los consejos de Santa Cecilia; como recompensa, Dios lo llamó al bautismo y, después, al martirio. ¿Cuántas gracias rechazas tú? Nos quejamos de que nos falta la gracia, pero podría decirse con más razón que somos nosotros quienes faltamos a la gracia (San Bernardo).

II. Existen gracias correspondientes a la vocación que Dios quiere que abracemos. Para recibirlas, hay que seguir el llamado del Señor; con la ayuda del cielo, las más grandes dificultades se desvanecen. Esto hace que tantas santas almas estén alegres y contentas en medio de las austeridades de la penitencia, mientras los mundanos, que han entrado a un estado de vida por capricho o interés, gimen y son desdichados en el seno de las riquezas y de los placeres.

III. Si no correspondes a las gracias que Dios te concede, dará a otro las gracias eficaces que te estaban destinadas. Así, San Matías ocupó el lugar del traidor Judas y obtuvo su corona. ¡Qué pena para este pérfido ver, desde el fondo del infierno, el lugar que hubiera ocupado en el cielo entre los Apóstoles, si hubiera correspondido a su vocación! ¡Ah! cuán admirable es Dios cuando nos atrae hacia Él: mas, ¡cuán terrible cuando nos abandona! (San Agustín).

El buen uso de las gracias.
Orad por las vírgenes.

ORACIÓN

Oh Dios, que todos los años nos regocijáis con la solemnidad de la bienaventurada Cecilia, vuestra virgen y mártir, haced que al ofrecerle el tributo de nuestros homenajes, imitemos la santidad de su vida. Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)
22 de noviembre

lunes, 21 de noviembre de 2011

La foto del día.

Fotografía de la celebración de la Santa Misa de Siempre correspondiente al Ultimo Domingo después de Pentecostés, Parroquia Santa Bárbara de Casablanca, Una Voce Casablanca - Chile, 20 de noviembre de 2011.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Ultimo Domingo después de Pentecostés.

Evangelio.
*
Mat. 24, 15-35.
*
De ningún modo debe turbarnos el evangelio del fin del mundo; es el paso necesario del tiempo a la eternidad. A los que hayan recibido a Cristo en la tierra, Él les introducirá en el cielo; a los que le hayan despreciado, los repudiará. La ruina de Jerusalén, anunciada por Jesús e imagen de las calamidades que señalarán el fin del mundo, se cumplió fielmente cuarenta años después del vaticinio. Nosotros no sabemos cuándo vendrá el fin del mundo; pero el mejor medio de prepararnos a él, es poner toda nuestra confianza en Cristo y cumplir fielmente sobre la tierra nuestro cometido de bautizados.
*
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Cuando veáis puesto en el lugar sagrado el ídolo execrable, que anunció el profeta Daniel; entonces los que estén en Judea, que huyan a los montes; el que esté en la terraza, que no baje a coger sus cosas; el que esté en el campo, que no vuelva a coger la capa. Ay de las que estén en­cinta o criando en aquellos días! Orad para que vuestra huida no caiga en invierno o en sábado. Porque habrá entonces una angustia tan grande, como no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si no se acortasen aquellos días, no quedará nadie vivo. Pero por los elegidos se acortarán aquellos días. Si alguno os dice entonces: "Mira, el Mesías esta aquí, está ahí", no lo creáis. Porque surgirán falsos mesías y falsos profetas, que harán grandes signos y prodigios, capaces de en­gañar (si fuera posible) a los mismos elegidos. Mirad que os he prevenido. Si os dicen: "Mira, está en el desierto", no vayáis; "Mira, está en la despensa", no lo creáis. Porque, como un relámpago que sale de levante y brilla hasta el poniente, así será la Parusía del Hijo del Hombre. Donde está el cadáver se reunirán los buitres. Y en seguida, después de la angustia de aquellos días, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán. Y en aquel momento aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Y entonces todas las tribus de la tierra se golpearán el pecho y verán al Hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo, con gran poder y majestad. Él enviará a sus ángeles con una trompeta atronadora, para que reúnan a sus elegidos de los cuatro vientos, de un extremo a otro del cielo. Aprended el ejemplo de la higuera: cuando sus ramas se ponen tiernas y brotan las hojas, sabéis que la primavera está cerca. Lo mismo vosotros: cuando veáis todo esto, sabed que ya está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes de que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.

viernes, 18 de noviembre de 2011

DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO.


DEDICACIÓN DE LA IGLESIA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

¿No sabéis que vuestro cuerpo
es templo del Espíritu Santo
que reside en vosotros?
(1 Corintios 6, 19)

Siempre los fieles han profesado una profunda veneración a la tumba de los apóstoles San Pedro y San Pablo. Ocho días después de su bautismo, según se refiere, el emperador Constantino trasladose al lugar donde descansaban los santos cuerpos; oró allí con gran abundancia de lágrimas. Cavose después la tierra, llenó doce canastas con ella en honor de los doce apóstoles, y echó los cimientos de la basílica de San Pedro. Terminado el edificio, el Papa San Silvestre lo consagró. Constantino hizo también edificar una iglesia en honor de San Pablo. La fiesta de este día fue instituida para recordar la consagración de la basílica de San Pablo extramuros, reconstruida después de un incendio, en 1854.

MEDITACIÓN
NUESTROS CUERPOS SON
TEMPLOS DEL ESPÍRITU SANTO

I. El Apóstol San Pablo nos enseña que los cuerpos de los cristianos son templos del Espíritu Santo. Dios ha edificado este templo, el Espíritu Santo lo ha consagrado el día de nuestro bautismo, y Jesús desciende a él cuando recibimos la Santa Eucaristía. Hay que tener cuidado, pues, de no profanar este templo con acciones indecentes o criminales; hay que vigilar sus puertas, es decir, nuestros sentidos, a fin de que no entre en él nada manchado; es preciso que nuestro corazón, que es su santuario, siempre esté puro y limpio.

II. Dado que nuestros cuerpos han sido consagrados a Dios por el Bautismo y honrados con la presencia de Jesucristo, debemos respetarlos como a lugares santificados; no es permitido dedicar un vaso sagrado a usos profanos: seria un sacrilegio semejante al que Dios castigó tan severamente en la persona de Baltasar. Y, sin embargo, tú haces servir a tu cuerpo para acciones criminales, cuando lo haces esclavo de tus infames voluptuosidades. Teme la amenaza que te hace San Pablo, diciéndote que Dios exterminará al que haya profanado el templo del Señor.

III. Consérvase en los templos un fuego que arde siempre ante el altar: asimismo es preciso que tu corazón esté siempre abrasado en el fuego del amor divino. Nunca dejes extinguir este hermoso fuego: desalojará de tu corazón todas las llamas impuras y el amor desordenado de las creaturas. ¿Amas a Dios más que a tus placeres, más que a tus riquezas, más que a tus parientes? ¿Podrías decir a Jesucristo: Señor, Vos sabéis que os amo?

La pureza.
Orad por la Iglesia.

ORACIÓN

Oh Dios, que todos los años renováis en favor nuestro el día de la consagración de este templo y nos permitís asistir a los santos misterios, escuchad los ruegos de vuestro pueblo
y haced que todos los que entren en este templo para impetrar gracias, tengan la alegría de experimentar que son escuchadas sus plegarias. Por J. C. N. S.

Martirologio Romano (1956)
18 de noviembre